Enoturismo
Esta bodega de Galicia se encuentra entre las mejores del mundo para hacer una visita
El palacete azul de estilo indiano se suma a la experiencia enoturística para hacer de este un espacio difícil de olvidar
La silueta de un pequeño castillo azul se alza entre el verde de los clásicos viñedos de Galicia. Algún que otro reflejo de sol anda perdida y es capaz, incluso en el otoño, de arrancar algún que otro destello, aquí y allá, en el azulejo que recubre sus muros, haciendo olvidar el aroma de uva que envuelve el contorno. En pleno Valle del Salnés, en las Rías Baixas, ese château de cuento es una bodega muy real: Bodegas Granbazán, un lugar donde la historia, el vino y paisaje se entrelazan casi sin querer.
Y un lugar que la prestigiosa plataforma internacional The World’s Best Vineyards ha incluido en su listado de los 100 mejores viñedos del mundo para visitar. El reconocimiento, uno de los más codiciados del sector vinícola, sitúa a la bodega gallega en el puesto 78 del ranking y la convierte en la única representante de Galicia en esta exclusiva selección.
Cada año, más de 500 expertos internacionales del vino, el turismo y la gastronomía valoran no sólo la calidad de los vinos, sino también la belleza del entorno, la arquitectura, la hospitalidad y las experiencias que ofrece cada bodega. Así se elabora esta guía global de los destinos vinícolas más inspiradores del planeta.
Granbazán ha sido reconocida por la singularidad de su propuesta enoturística y por una identidad visual difícil de olvidar: un edificio de azulejos azules que recuerda a las casas de indianos, rodeado de viñedos que descienden hacia el Atlántico. Un conjunto que, más allá de lo pintoresco, encarna una forma de entender el vino como experiencia y como cultura.
El alma del Albariño
Fundada en 1981 en Vilanova de Arousa, Bodegas Granbazán fue pionera en la elaboración de Albariños de calidad y miembro fundador de la Denominación de Origen Rías Baixas. Desde sus orígenes, ha apostado por un modelo vitivinícola moderno y respetuoso con el entorno, que hoy se traduce en 36 hectáreas de viñedo propio en la Finca Tremoedo, dedicadas exclusivamente a la uva Albariño.
El enclave es privilegiado: suelos graníticos, brisa atlántica y una humedad constante que confiere a la uva frescura y salinidad. En torno a este terroir, Granbazán ha construido una identidad basada en la elegancia, la precisión y la autenticidad. No en vano, sus vinos han obtenido reconocimiento tanto nacional como internacional.
El edificio que alberga la bodega es otro de sus grandes atractivos. Un palacete neoclásico, de inspiración francesa pero con alma gallega, revestido de azulejos azules que evocan las grandes casas coloniales de América. Su presencia, imponente y serena, lo convierte en uno de los châteaux más singulares de la península.
Experiencias que dejan huella
Pero el reconocimiento de The World’s Best Vineyards va más allá del vino y la estética. Granbazán ha sabido construir una experiencia enoturística completa, que comienza con visitas guiadas a los viñedos y la bodega, continúa con catas personalizadas de distintas añadas de Albariño, y culmina en un restaurante donde se sirve un menú maridado con platos de temporada.
Cada detalle está cuidado. Los recorridos por la finca permiten conocer la historia de la uva Albariño y del propio edificio. En las catas, los visitantes descubren la expresión de un vino único. Y en la mesa, se da forma a la armonía del producto local con el vino de autor. Este enfoque ha sido clave para que Bodegas Granbazán destaque entre las más de 10.000 bodegas visitables en el mundo.