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Olghina, condesa Di Robilant, el amor de juventud de Don Juan Carlos
La condesa Di Robilant vivió con 22 años un flechazo con el padre de Felipe VI
Se conocieron una noche de verano de 1956. Él tenía 18 años y ella 22. “Surgió un flechazo entre compañeros de mesa. Me enamoré como una colegiala. Era una relación alegre, simpática, sin pretensiones, sin compromisos, así que no éramos fieles” narra Olghina, condesa di Robilant, en su libro Sangre Azul (1991)
“Yo no conocí al Rey. Conocí a un muchacho, que los amigos llamábamos Juanito. Era bromista, alegre y juvenil. Su padre, don Juan de Borbón, y el entonces caudillo Franco le habían prohibido que se casara con una chica que no fuera de la familia real. Fundamentalmente, él estaba unido con la mujer más guapa de las casas reales europeas, María Gabriela de Saboya, pero luego también se lo prohibieron”, señala la condesa en páginas de la misma publicación.
Dos años antes del “flechazo”, la reina Federica de Grecia fletó un barco, el Agamemnon con la intención de que un centenar de miembros de las casas reales europeas con hijos en edad casadera se fueran once días de crucero y “surgiera algo”.
Don Juan Carlos coqueteó en aquel viaje con Sofía, de su misma edad y con María Gabriela de Saboya. De aquel crucero surgió también otra relación que acabó en boda la de María Pía de Saboya y Alejandro de Yugoslavia. Ocho años después lo harían los actuales reyes eméritos.
En el verano del 56, los “casaderos” volvieron a coincidir en una cena en la playa del Guincho. Allí coincidieron Juanito (era el nombre con el que por entonces se conocía a Don Juan Carlos) y Olghina. Cada vez que ella intentaba llevarse el tenedor a la boca, Juanito le daba con el codo. Aquella noche bailaron y, dicen, ocurrió algo más. Pero poco después él comenzó el servicio militar. “Me envió fotos de uniforme”, escribió Olghina en su blog Olgopinions, coincidiendo con el día de la abdicación del monarca español. “Me escribía que en el buque escuela dormía abrazado a una almohada, pensando que era yo, y que se cayó de la hamaca, y así volvió a su realidad”.
Esas cartas fueron publicadas en 1988 en Interviú. “...Y por eso quiero decirte que cuando yo digo una cosa”, escribía Juan Carlos, “como la tarde del mantel blanco, ‘te quiero’, era y es la verdad. ... Yo por mí, años y años podría seguir queriéndote, pero no sería yo, sería mi subconsciente, pues a mí —no mi cuerpo sino mi alma—, me tira seguir de pe a pa los pasos de mi padre y no traicionarle nunca (...). No me negarás que yo te dije que me debía a España y que nunca podríamos realizar ese sueño...”.
“Nunca estuvimos comprometidos”, reconoce Olghina en 2014 al periódico El País, “pero nos mantuvimos en contacto hasta 1960. Nos escribíamos cartas y coincidíamos en viajes y fiestas. La prensa se ha referido a menudo a nuestra relación como algo más que una amistad y yo nunca lo he negado”.
En 1958, en una fiesta organizada por amigos por el cumpleaños de Olghina, en Rugantino, un club de moda de Roma, una bailarina improvisó un striptease fuera de programa, captado por un paparazzi que ni siquiera estaba invitado a la fiesta. La foto fue portada en la prensa de todo el mundo y Olghina señalada como responsable a pesar de no tener nada que ver con el asunto. Tuvo que declarar en el juicio y su familia y la alta sociedad le dieron la espalda. Fue el comienzo de su declive.
Además, con 25 años, se convertía en madre soltera para escándalo familiar en aquella época y nunca se ha revelado el nombre del padre.
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