Amilibia
Otegi nos trae la vacuna contra la pandemia fascista y maketa
Esperar de una portavoz grandes revelaciones es tan imposible como que Mónica Pont o Inés Sastre se enamoren de un mileurista. Al menos, Cuca Gamarra, portavoz del PP en el Congreso, ha contado que en el baño del Parlamento las diputadas hablan de caballeros, o sea, que hablan de hombres pero no precisamente de diputados. En todo caso, del paquete de Rufián. Hace muchos años, un compañero puso una grabadora camuflada en el baño de mujeres de un popular club nocturno. Lo recogido resultó impublicable, pero aprendí que en la intimidad del tocador las famosas dicen barbaridades que sonrojarían a un rapero punki del barrio de San Blas. Entonces y en aquella movida, las tías parecían tener menos pudor que los tíos. Ay, Cuca, qué no oiríamos si pusieran micros ocultos en los baños del Congreso.
¿Quién le pasa un pinchacito de bótox a la Celaá? Gracias a su ley, los separatistas vigilarán que no se hable español en los recreos de los chavales catalanes. Y, por favor, nada de jamón serrano o chorizo de Salamanca: los bocatas de salchichón de Vic o butifarra, y, en todo caso, pizza de Casa Tarradellas. Y para beber, un caldo de Gallina Blanca o Vichy catalán.
Ya ha dicho Otegi que el pacto con Él «abre una ventana de oportunidad a la democratización del Estado». Si esto lo oigo en el váter, se me corta el chorrito en el acto. Santo cielo, Bildu va a salvarnos. Ángeles proetarras de alas tatuadas con el hacha y la serpiente vienen a enseñarnos la verdadera democracia revolucionaria (bolivariana o norcoreana) a precio de saldo en la semana del Black Friday y al son del chistu y el tamboril, animados por el zorcico plurinacional de Iglesias. Podrían haberlo hecho en Halloween: les habríamos echado caramelos en el pasamontañas, como hace Sánchez. Ni la Pfizer, ni la Moderna, ni la Oxford: ellos nos traen la vacuna vasca (rh negativo) contra la pandemia fascista y maketa. Arkaitz Rodríguez viene a Madrid a tumbar el régimen. Otegi puntualiza y se inclina más por parar, solo parar, a la derechona: lo de tumbar quizá le traiga malos recuerdos con ecos de goma2. Llegó el comandante y mandó parar. De mear y no echar gota, digo.
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