Look
Así es el peluquero de Pedro Sánchez
Luce siempre un pelo impecable, pero las canas vienen y van. Un estilista va a Moncloa un vez al mes para cuidárselo
Cuentan que cierta mañana un ayudante de Eduardo VIII de Inglaterra, aquel que abdicó por Wallis Simpson y comenzó una vida rutilante, al verlo salir le dijo: «Qué elegante vais, señor», a lo que Eduardo respondió: «Ah, ¿se me nota?, pues voy a cambiarme». Pedro Sánchez está clavado en la actitud contraria, en la de seguir siendo el chico más guapo y más alto del instituto. Y que se le note. No es criticable la coquetería de nuestro presidente. Está bien que los hombres se preocupen por su aspecto. Eso también es igualdad.
¿Capricho o estrategia?
Entre sus obsesiones estéticas, y tal vez la de sus asesores, está el pelo. Sus canas aparecen y desaparecen como el Guadiana. ¿Alguien en Moncloa le susurra cuándo tienen que notarse más y cuándo menos, o se trata de una cuestión caprichosa? En su última aparición pública, el 20 de este mes, lució las sienes ligeramente plateadas. Anteriormente, sin embargo, las canas se esparcían por su cabello y en otras comparecencias se veía más oscuro. Conclusión: el presidente se tiñe, o si se quiere expresar con un lenguaje más técnico, se somete a un tratamiento de coloración del cabello. En cualquier caso, las canas del presidente entrarían, en criterios médicos, dentro de la normalidad, ya que «forman parte del proceso de envejecimiento del cabello». Además, el marido de Begoña Gómez tiene 48 años, la edad en la que la mayoría de los varones ya comienzan a ver blanqueada su azotea.
Hemos descubierto quién es la persona que cuida de su imagen sin necesidad de ir a la peluquería. Por este motivo vimos a Sánchez durante el primer confinamiento con el pelo perfectamente cortado cuando, en aquel momento, las peluquerías estaban cerradas. El estilista se desplaza hasta Moncloa, he ahí el secreto. El hombre más buscado se llama Cristian Bonilla, natural de Extremadura, en concreto de Robledillo de Gata, y lleva más de quince años en Madrid dedicados íntegramente al estilismo. Ha trabajado en los mejores salones, como Llongueras, en Ortega y Gasset, o Lorena Morlote. Se organizó por su cuenta hace cinco años y creó «Cristian home stylist», trabajando a domicilio. Entre sus clientes se encuentra el madridista Raúl y sus hijos. Con el «boca oreja» llegó a Moncloa a hacerle las mechas a su mujer, Begoña, que a la hora de arreglar su cabellera deja hacer al maestro y no se muestra tiquismiquis. Cristian consiguió ese rubio nórdico que lleva tan brillante con la técnica del «balayage». Su trabajo le costó, ya que la esposa del presidente es muy morena y tiene las raíces oscuras. Con este tono suave que no tira a naranja ha conseguido dulcificar su rostro, que a veces resultaba un poco masculino.
El presidente lleva un corte de aviador muy corto y desenfadado, sin patillas, bien rasurado por los laterales y el cuello, y ligeramente más largo por la zona de arriba dirigido hacia la derecha sin raya. Para tratar el color, Cristian nos cuenta que utiliza un producto específico para disimular canas, sobre todo en cabellos masculinos, que no los retiñe. Necesita de la supervisión de un profesional, ya que puede dejar raíz si se expone más tiempo del debido. Este producto solo tiñe la cana y aporta un aspecto mucho más natural que un tinte tradicional. No se trata de henna. Si algún caballero quiere probarlo, se trata de Cover 5 de L’Oreal y cuesta diez euros.
Cristian visita Moncloa cada mes o mes y medio. Tan solo pidió al presidente no acudir cuando el maldito Covid llegó al recinto y afectó a Begoña Gómez, a la madre y al suegro de Sánchez, un trance del que salieron afortunadamente bien. Pasada la cuarentena, Cristian volvió a su cita. No solo se preocupa por su cabello; Sánchez también se ha sometido a algún retoque aquí y allá. El más visible, un tratamiento de radiofrecuencia y láser muy poco invasivo que ha reducido las cicatrices de acné y ha regenerado la piel dañada.
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