Aniversario
Un año sin Fran Álvarez, ex marido de Belén Esteban: una familia rota y un barrio que no le olvida
Su madre, destrozada, aún llora su pérdida y su padre ha alquilado el bar en el que su hijo trabajaba ante la falta de fuerzas para abrirlo de nuevo
El 8 de febrero del pasado 2020 una terrible noticia sacudió el mundo de la crónica social en España: Fran Álvarez, el exmarido de Belén Esteban, perdía la vida de forma repentina con tan solo 43 años. Tras ausentarse dos días en su puesto de trabajo, el bar que regentaba su familia, una de las empleadas del local se acercó hasta su domicilio para asegurarse de que todo iba bien, pero por desgracia no fue así. Fue ella quien encontró el cuerpo del camarero tendido en la cama, y cuando llegaron los servicios de emergencia tan solo pudieron confirmar su fallecimiento.
Los restos mortales de Fran Álvarez fueron trasladados hasta el tanatorio de la M-30, muy cercano al barrio de La Elipa, donde él y su familia establecieron sus raíces. Especialmente afligido se mostró su padre, Amaro, que estuvo arropado en todo momento por sus seres queridos. A Nuria, la pareja del hostelero, el desconsuelo llegó a sobrepasarla en varias ocasiones. Y Maruja, su madre, tuvo que ser atendida por el SAMUR cuando recibió la terrible noticia y no encontró fuerzas para presentarse en el velatorio ni tampoco en el entierro que tuvo lugar tres días más tarde en el Cementerio de la Almudena.
Su madre, «muy mal»
Ya ha pasado un año desde aquel terrible suceso que conmocionó a parte de la opinión pública, pero las heridas de los familiares y seres queridos no han cerrado todavía. Probablemente, no lo hagan nunca. «Maruja, la pobre, sigue fatal. Casi no sale de casa. De vez en cuando la ves paseando al perro y poco más. Eso nunca se supera», desliza a este periódico la peluquera de confianza de la familia. Amaro, en cambio, ha empezado a levantar cabeza, aunque arrastrando siempre la angustia perenne que acompaña a la muerte de un hijo. Los vecinos de su barrio de La Elipa aseguran que «sale a hacer sus cosas, recados, a pasear… Se le ve un poco más animado, pero la procesión se lleva por dentro. La que sí está mal es la madre. Ella todavía lo lleva muy mal».
Ninguno de los dos ha vuelto a trabajar desde el duro golpe. La Taberna Casa Nova, el negocio familiar, permaneció cerrado desde el día en que Fran perdió la vida hasta mediados de septiembre del año pasado, cuando un hombre extranjero arrendó el local para volver a subir la persiana. «Entre lo de su hijo, la pandemia y que ya están mayores, es normal que no tuvieran ganas de abrir», señala a este medio el nuevo encargado del bar, que abona a los que fueran suegros de Belén Esteban entre 1.500 y 2.000 euros mensuales en concepto de alquiler. «Tengo un contrato de cinco años», recalca, aclarando así que Amaro y Maruja no planean volver a tomar las riendas del mesón. Llegar y comprobar que su único vástago varón ya no está detrás de la barra es demasiado duro para ellos.
Justo enfrente de la taberna, se alza imponente un gran bloque de pisos que ocupa casi una manzana. El complejo albergó en el pasado el domicilio de Fran Álvarez, donde su compañera de trabajo encontró su cuerpo sobre la cama. El camarero tardaba poco más de tres minutos en salir de su casa, cruzar la larga Avenida de Daroca y entrar al bar de sus padres para ponerse manos a la obra, hasta que un día recorrió este trayecto por última vez. Poco más de un mes después de la tragedia, la vida recordó con la frialdad que la caracteriza que todo sigue su curso: aquel bajo sito en el número 61 volvió a llenarse de ruidos, olores, sueños y esperanzas. «Ahora en la casa vive una pareja. Llevan desde marzo, más o menos. Llegaron después de lo de Fran», traslada a LA RAZÓN el portero de la finca.
Ahora, cuando se van a cumplir 365 días de su muerte, el coronavirus dificulta la celebración de cualquier homenaje en su honor y todo apunta a que los familiares de Fran Álvarez tendrán que recordarle desde la intimidad de sus hogares. Este periódico se ha puesto en contacto con la Parroquia del Espíritu Santo del barrio de La Elipa, la misma en la que tuvo lugar la misa conmemorativa pasado un mes del fallecimiento, y sus responsables han confirmado que no hay planeado ninguna ceremonia en su nombre. La covid-19 ha empañado el acto en memoria del camarero, como la de otros tantos que nos han dejado este año.
✕
Accede a tu cuenta para comentar