Amor
Rafael Aguilera: El reencuentro de Mila Ximénez con su gran AMOR en el más allá
Con el empresario de origen marroquí, vivió una apasionada relación de diez años
Mila Ximénez y Rafael Aguilera vivieron una historia pasional e intermitente. El empresario de origen marroquí y la periodista se amaron hasta la extenuación, pero su relación nunca tuvo un final feliz. Rafa se movía con soltura en el negocio armamentístico, algo que a la sevillana no le gustaba, quizá por ello, cuando en una ocasión le pregunté quién era ese hombre, se limitó a contestar, «un psiquiatra de Tánger muy importante. Es el gran amor de mi vida, aunque ahora estamos distanciados. Nos une el amor pero nos separan otras cosas…».
Esas cosas partían de la base de que él quería que Mila se instalara definitivamente en Marruecos dejando su trabajo televisivo. Ni fue posible, ni tampoco se hizo realidad la petición que le hizo ella. Parece ser que le dijo: «Yo dejo el trabajo si te casas conmigo». Era muy lista y sabía que si algún día se rompía definitivamente la pareja se quedaría desamparada, sin el amor y sin su trabajo. Rafael no era partidario de una boda. Era un ser independiente al que no le gustaban demasiado las ataduras. Se entregaban los dos con inmensa pasión, pero nunca hicieron público su largo idilio. Intermitente, sí, pero durante diez años se encontraban en Tánger, Sevilla o en Madrid, casi a escondidas, compartiendo aquel amor tan sincero como imposible por las circunstancias. Se vieron por última vez, según me cuenta un amigo común, en 2010, cuando ya llevaban separados doce años.
Su más recóndito nido de amor se ubicaba en el norte de Tánger, cerca de Cabo Negro, en la localidad de Marina Smir, donde Rafa tenía una gran mansión y un yate. Disfrutaban de su playa y del mar como si no existiera un mañana. Vivían el presente sin hacer grandes planes de futuro. Uno de los días más tristes de la vida de Mila Ximénez se produjo el 23 de febrero de 2018. El hombre al que tanto amaba moría de un infarto a apenas cuatrocientos metros de la casa de la periodista, mientras comía en un restaurante. Ella se enteró de la trágica noticia por mediación de su amigo, casi un hermano, Kiko Hernández, y Mila se sumió en un largo letargo por el dolor y la pena.
Ya he contado en LA RAZÓN que, años más tarde, la tertuliana me confesó que «ese día sentí que algo se moría dentro de mí. Nunca dejé de querer a Rafael, nunca. Cuando Kiko me transmitió la desgracia llamé inmediatamente a la persona que se lo había comunicado. Era incapaz de creer que fuera cierto. Se había ido el gran amor de mi vida».
No volvió a mantener una relación tan profunda desde que el empresario desapareció de su existencia. No quiso enamorarse de nuevo, quizá por el profundo vacío que Rafa dejó en su maltrecho corazón. Y eso que hablamos de un hombre tan independiente que simultaneaba sus quereres. Ninguna le marcó tanto como la sevillana, pero tonteaba con unas y con otras, avalado por su imagen de seductor y sus exquisitas maneras en el trato y en el cara a cara. Mila dejaba para la intimidad sus sentimientos hacia Rafael, pero cuando se refería a él su rostro se iluminaba de inmediato. Incluso llegaba a emocionarse al recordar los felices momentos pasados a su lado.
Amor intenso
Hoy, cuandola muerte de Mila le habrá reencontrado con ese hombre en el más allá, me viene a la cabeza la primera vez que la colaboradora de «Sálvame» habló de este amor tan intenso como inseguro. Fue una tarde de mediados de 2012 en el plató de su programa: «He tenido una persona muy especial durante muchos años, he estado muy enamorada de una persona que se llama Rafael. Pero ahora estoy disfrutando, no del enamoramiento, sino del desenamoramiento. Ya no sufro, estoy más tranquila. Rafael y yo estamos en un momento de reposo. Probablemente nos volvamos a encontrar, pero de momento estoy sola y bien».
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