Polémica

El arzobispo de París: lío de faldas al estilo Solsona

Michel Aupetit ha puesto su cargo a disposición del Papa después de admitir una relación «ambigua» con una mujer hace casi una década

El arzobispo de París, Michel Aupetit
El arzobispo de París, Michel Aupetitlarazon

En la Congregación para el Clero de la Santa Sede están más que acostumbrados a gestionar los expedientes de sacerdotes que deciden colgar los hábitos por amor. Lo que no suele ser tan habitual es que el ‘ministerio’ vaticano de los Obispos tenga que vérselas con cuestiones de este calibre por considerarlas más que excepcionales. Si en agosto los focos se fijaban en España por la renuncia de Xavier Novell al frente de Solsona, esta semana se hacen cruces en Francia por el arzobispo de París, Michel Aupetit.

«Reconozco que mi comportamiento hacia una señora pudo parecer ambiguo, dejando entender que pudo existir alguna relación íntima, incluso relaciones sexuales: lo rechazo completamente». Son las palabras del propio Aupetit en medio de un calvario que arrancó cuando el lunes el semanario ‘Le Point’ difundía una investigación que cuestionaba de arriba abajo su autoridad por su labor pastoral y su vida privada.

La revista gala rescataba un correo electrónico de 2012 del ex secretario personal de Aupetit cuando era vicario general de París, en el que se citaba textualmente un romance «consentido» con una «adulta» de la que nadie se ha aventurado a dar su nombre hasta el momento. Un supuesto ‘affaire’ que se remontaría a casi una década, lo que ha disparado dimes y diretes en los corrillos eclesiales. ¿Una venganza servida en plato frío contra un hombre apreciado por Francisco? ¿Fallaron los filtros para ser obispo con lo que algunos consideran una ‘mancha’ en su expediente?

El arzobispo no ha tenido problema alguno en defenderse de este ‘Sálvame Sacristía’ explicando que aquella mujer «se acercó a mí en numerosas ocasiones a través de visitas, cartas, etc., hasta tal punto que en ocasiones tuve que hacer arreglos para poner las cosas en su sitio». Consciente de los derroteros que podía tomar, Aupetit decidió «no volver a verla».

Tal ha sido el revuelo, que antes de que el reportaje de ‘Le Point’ viera la luz, se adelantó a informar al Vaticano de la cuestión, a través de un diálogo personal con el cardenal Marc Ouellet, prefecto para la Congregación de los Obispos. Como sucedió con Novell, cabría esperar que Francisco pilotara personalmente esta crisis.

El presidente francés, Emmanuel Macron, saluda al arzobispo de París Michel Aupetit durante la Conferencia Episcopal
El presidente francés, Emmanuel Macron, saluda al arzobispo de París Michel Aupetit durante la Conferencia Episcopallarazon

Eso sí, a diferencia del catalán que pidió dejar su cargo, Aupetit se resiste. «No he utilizado la palabra dimisión. Dimisión querría decir que abandono mi puesto. En realidad, pongo en manos del Santo Padre la decisión que corresponda», explica al diario ‘La Croix’. «No es por lo que debí o no haber hecho en el pasado -de lo contrario me habría ido hace mucho tiempo-, sino para evitar la división, si yo mismo soy fuente de divisiones», apostilla con la conciencia tranquila el que hasta esta semana era un más que firme candidato a un próximo cardenalato y que ahora ve su mitra en la cuerda floja con 70 años, cuando todavía tendría por delante cinco años antes de su jubilación.

Por el momento, Aupetit seguirá al frente de archidiócesis parisina a pesar de este golpe a su credibilidad, no solo por esta relación «ambigua». Lo cierto es que este médico de vocación tardía no ha tenido un desembarco plácido en la capital del Sena desde que aterrizara en diciembre de 2017, incluido el incendio de la catedral de Notre Dame. De él dicen que es poco diplomático en las formas y que, curiosamente, no se casa con nadie. No tuvo problema alguno en echar el cierre a uno de los centros católicos más progresistas del país, a la par que ha plantado cara a los ultraconservadores. Haciendo amigos de un lado y de otro, tampoco parece ser un hombre de gobierno apreciado pues hace pocos meses dimitieron sus dos vicarios generales, que serían algo así como sus jefes de gabinete.

Aun así, los sacerdotes parisinos sí habrían cerrado filas ante este último ataque contra su obispo. Se lo manifestaron este martes cuando les convocó a todos a un Consejo Presbiteral de urgencia para explicarles lo sucedido. Quienes intervinieron en la reunión, le apoyaron frente a una «estrategia para humillarle a través de un juicio y una ejecución pública» cebándose con «una debilidad en la que podemos caer cualquiera de nosotros», comentan asistentes a este encuentro que comprenden que un cura, por muy obispo que sea, no es de piedra.