Aristocracia

Maximiliano de Habsburgo: noble por partida doble

Perdió a su hermana por las drogas y desde entonces ayuda desde la Fundación Recal a quienes pasan por lo mismo

Maximiliano de Habsburgo
Maximiliano de Habsburgo(c) Diego LafuenteLa Razón

Maximiliano de Habsburgo, hijo de los archiduques Ferdinand y Helen de Austria, es director gerente de la clínica Fundación Recal, que creó en 2001 para ofrecer ayuda médica y reinserción a quienes una adicción truncó la vida. La desaparición de su hermana mayor a causa de las drogas fue determinante en su vocación de ayuda en un proyecto en el que ha involucrado a su esposa, la escritora Maya Askari, y sus tres hijos. María Quevedo, directora de tratamiento de la clínica, explica que el conocido Modelo Minnesota es la base de un programa propio a cargo de un equipo de médicos, psiquiatras, psicólogos y terapeutas. Yoga, acupuntura, alimentación consciente, ejercicio y terapia artística complementan un enfoque integral de cuerpo, mente y espíritu. «Cualquier patrocinio o donación será bien recibida porque no tenemos ninguna ayuda pública», señala la directora de Recal. Su fundador nos detalla cómo nació y se desarrolló la idea.

–¿Por qué comenzó a ayudar a gente sin hogar?

–Yo quería contribuir de algún modo en ayuda social y encontré la obra del padre Enrique en Madrid, un albergue para personas sin hogar junto al Palacio Real. En aquel tiempo vi que muchos tenían problemas con las drogas y el alcohol. Me decidí a abrir después un piso en Pozuelo para atender a quienes mostraban voluntad de salir de ese mundo. Comenzamos por una atención primaria –ropa, comida, aseo– que fuimos luego profesionalizando.

–¿Cómo recibían esas personas a un señor de porte aristocrático formado en Eton? ¿Se encontró con desconfianza?

–Todos colaborábamos de manera anónima y cuando alguien tiene hambre y duerme en la calle, agradece la ayuda venga de donde venga. Los instintos son más básicos y agradecen cariño, alimento y albergue.

–¿De dónde nace su vocación por ayudar a los demás?

–Me he educado en valores cristianos y eso me empuja a ello, pero también es cierto que la muerte de mi hermana me tocó mucho y probablemente me hizo más sensible al dolor de quienes sufren adicciones. Pero se trata de un sentimiento que tenemos todos, tan solo hay que seguirlo y desarrollarlo.

–Su experiencia demuestra que las adicciones a las drogas es una plaga que afecta a todos los estratos sociales.

–Estos venenos no distinguen clases sociales. Alguien con mucho dinero lo vivirá de otro modo pero el sufrimiento que provoca la adicción es el mismo, horrible: la gente acaba sola, arruinada, enferma y, a veces, encuentran la muerte.

–Como ha dicho, perdió a su hermana mayor, Elizabeth, a causa de ellas. ¿Cómo la recuerda?

–Tengo muy buenos recuerdos, nos llevábamos muy bien: era dinámica, divertida, tenía mucha marcha… Yo era el más pequeño y ella me cuidaba. Pero también albergo tristeza. En los años 80 no había solución para los adictos; se les llevaba al médico, pero no había centros especializados en esta enfermedad.

–Aunque hay personas con un perfil adictivo, otras caen a causa de un bache emocional. ¿Es así?

–Es recurrente que la causa sea tratar de llenar un vacío, una herida o una cicatriz que sigue doliendo. Esa sustancia le hace sentir a uno mejor pero solo es momentáneamente. Luego todo irá a peor.

–¿Cuál es la mejor forma de mantener a un hijo lejos de estas sutancias?

–Lo principal es una familia funcional y unida donde no haya secretos ni mentiras. Es la base para que los niños sean estables en su edad adulta. Yo hablo abiertamente con mis hijos de todo lo que son sustancias adictivas y les explico adónde pueden llevar a una persona. También el esquema: siempre se empieza probando y creyendo que no ocurre nada, para pasar a consumir más habitualmente y acabar como adicto.

–¿Cuál es su consejo para que quien atraviesa un mal momento no caiga en tentaciones tan destructivas?

–Lo que mejor sienta al ser humano es ayudar a los demás. Si alguien está triste, que busque a quien esté peor y lo ayude.