Casa Real

Las mujercitas de Isabel II: del divorcio de Eulalia a la campechanía de la Chata

La novela «Las hijas de Isabel II» refleja el lado humano de las hermanas de Alfonso XII a partir de una férrea base histórica

Eulalia de Borbón fue hija de la reina Isabel II, pero ese linaje no le procuró una vida acomodada
Eulalia de Borbón fue hija de la reina Isabel II, pero ese linaje no le procuró una vida acomodadalarazon

No todo fueron coronas, bailes de gala o protocolos. Que sí, que contaban con las mejores joyas, los vestidos de mayor calidad y pertenecían al más alto nivel social. Pero, tras esa imagen, se escondían personas de carne y hueso. La realeza también es humana: ríen, lloran, comen los domingos y se preocupan por los suyos. Y es ese lado terrenal el que ha buscado exponer Cristina Barreiro en «Las hijas de Isabel II» (La esfera de los libros), una novela histórica que no tiene intención académica, sino que narra un siglo de nuestra historia «desde el lado humano», dice a LA RAZÓN su autora. Todo ello, bajo la mirada de cuatro mujeres y «partiendo de una amplia documentación, basada en fuentes hemerográficas, correspondencia o bibliografía que se ha escrito sobre ellas». Se refiere a las infantas Isabel –apodada por el pueblo como la Chata–, Eulalia, Paz y Pilar, hijas de Isabel II y hermanas de Alfonso XII –le llamaban Bubi–, que fueron partícipes de la evolución de su época. El libro abarca «un siglo de historia: comienza a finales del XIX, cuando nace la mayor, Isabel, hasta finales de los años 50 del siglo XX, en pleno franquismo y nacionalcatolicismo, que es cuando muere la pequeña, Eulalia», explica Barreiro.

El libro sitúa al lector en el Madrid de la Infanta Isabel, el de la Restauración, de Alfonso XIII o de Primo de Rivera, así como en el París de la Belle Èpoque y de la nueva cultura que rodeaba a Eulalia, o en la Baviera de entreguerras donde vivía Paz. La que, no obstante, goza de menos protagonismo, es Pilar, pues la infanta falleció con 18 años, «lo que apenas ha dado pie a trabajos específicos, más allá de su romanticón enamoramiento del príncipe imperial Napoleón Eugenio Luis», relata la escritora y profesora de Historia Contemporánea. Una novela que funciona como un híbrido entre «The Crown» y «Mujercitas», pero añadiendo una base histórica, pues todas fueron protagonistas de sus contextos, pero con sus entresijos personales y familiares, lo que avivaba la crónica social de la época.

Eulalia de Borbón fue una mujer provocadora que no nació para ser infanta de España
Eulalia de Borbón fue una mujer provocadora que no nació para ser infanta de Españalarazon

«Se ha vendido una imagen un poco distorsionada de la Chata», opina Barreiro, «era muy popular, le gustaban los toros, las verbenas, se paseaba mucho por Madrid... pero a sus hermanas las tenía machacadas con la institución, las formas y el protocolo. Era la guardiana, y también tuvo una vida dramática, porque la casaron con un medio primo, Cayetano de Borbón-Dos Sicilias, medio depresivo y epiléptico, que se suicidó con 18 años. Y que ocurra eso tras sufrir un aborto... A veces parece que todo fue fantástico en sus vidas, por eso quería transmitir en el libro esa parte tan humana». Asimismo, añade que «se puede hacer algún paralelismo, aunque con matices, entre la Chata y la Infanta Elena, porque la hermana del Rey Felipe VI también va a los toros, gesticula de forma exagerada, y es muy institucional, jamás se sale de su papel». Y, de esta misma forma, con quien la infanta Cristina podría encontrar su parecido en el siglo pasado es con Eulalia. Ya no porque «Cristina es más laxa, más flexible», sino por su reciente separación matrimonial. A la hija pequeña de Isabel II se le conoció siempre como la Infanta rebelde, la feminista, pues separarse en aquella época era un escándalo: «A Eulalia también le fueron infiel. Tuvo un matrimonio difícil, porque la casaron con su primo, Antonio de Orleans y Borbón, que era medio anodino, irresponsable, militar sin cumplir, y muy mujeriego. Estoy convencida de que Eulalia lo pasó fatal por su marido, y también lo estoy de que la Infanta Cristina ahora está sufriendo, porque son personas con sentimientos», dice la escritora. En cuanto a Paz, fue quizá la que más suerte tuvo en el amor, una mujer bondadosa que «animó mucho las iniciativas culturales y la pedagogía». Unas hermanas que, si bien «estaban más sometidas a la institución que las de ahora y no estaban bajo tanta presión social», comparten con las actuales tanto el título como ese aspecto inamovible como es la esencia de un ser humano.