Alguien no dice la verdad
Marius Borg ya no puede conducir ni llevar armas: hay tres versiones imposibles sobre la mesa
Unos culpan a la princesa Mette Marit. Otros a sus infracciones. La más curiosa es la de su abogado, que lo ve como víctima
Marius Borgha puesto en jaque a la Familia Real de Noruega. Sus excesos siempre le habían colocado en una posición incómoda para el rey Harald de Noruega y su hijo, el príncipe heredero Haakon. Pero se respetaba a la princesa Mette Marit en su empeño en dar libertad a su hijo, fruto de una relación anterior a su condición real. Pero le está saliendo cara defender a su hijo frente a la Corona, la justicia, los medios de comunicación y la opinión pública. Él no se lo está poniendo fácil y continúa acumulando fechorías que agravan cada vez más su delicado horizonte judicial. Se juega la cárcel por mandar a su exnovia Nora al hospital tras un episodio de violencia de género, en el que también le destrozó el apartamento y la amenazó de gravedad. Después se saltó la orden de alejamiento impuesta por un juez, lo que le valió una nueva detención, para después aparecer un asesino a sueldo contratado para matar a su ex. Sospechoso y difícil de justificar. Aun así, su madre lo hace, aunque han tenido que tomar medidas de cara a la galería para que el pueblo no se les eche encima.
Son incontables las veces que se ha acusado a Marius Borg de haber gozado de un trato preferente. Primero al considerarle ajeno a los interrogatorios de la policía y también por la débil condena de la familia real a sus numerosos delitos. Episodios que van más allá de la violencia física y psicológica empleada con dos de sus exnovias que le han denunciado, sino también por el consumo de sustancias ilegales y el robo en la propiedad privada de los príncipes herederos en sus desenfrenadas fiestas. Y encima ahora se conoce que su madre le alertó media hora antes de que la policía le seguía los pasos e iba a ser detenido, dándole la posibilidad de destrozar su móvil y hacer desaparecer todas las pruebas. Un movimiento polémico que abre muchos interrogantes. Para desviar la atención, se tenía que tomar cartas en el asunto y la princesa Mette Marit ha tenido que encajar que su marido haya prohibido a su hijo entrar en su residencia oficial, ante el riesgo de que desaparezcan más objetos de valor histórico y personal que después aparecen en subastas ilegales a precio de costo.
También con un nuevo movimiento que se acaba de desvelar y que se entiende como una forma de la madre de castigar al hijo, aunque también de protegerle de sus propias malas decisiones. Así, desde el diario ‘Aftenposten’ se mantiene que Marius Borg ya no tiene carnet de conducir, pues se le ha retirado “por recomendación de un médico”. No se le considera en condiciones para conducir, dado que él mismo ha reconocido el abuso de drogas y los problemas mentales que le llevan a cometer actos violentos. Pero detrás de este movimiento se entiende que está la influencia de la princesa Mette Marit, quien se habría puesto en contacto con el sistema sanitario de su país para que tomasen dicha decisión, como así mantienen desde el citado medio noruego.
Pero mientras se plantea la posibilidad de que la princesa Mette Marit haya castigado a su hijo mediante la retirada del carnet de conducir, otros le atribuyen a él mismo este mérito. La experta en casa real noruega Caroline Vagle mantiene que Marius Borg se ha ganado a pulso esta medida no tanto para protegerle, sino como respuesta a “un incidente que tuvo lugar después de su primer arresto (…) esto nunca terminará. Casi a diario surgen nuevos y desafortunados detalles del caso. Da la impresión de que él mismo no ve la gravedad del asunto”. Sea cual sea el motivo detrás de su retirada del permiso de conducir, lo que sí queda claro es que ya no podrá ponerse al volante, como así han confirmado de manera oficial ya desde la Administración de Carreteras Públicas de Noruega.
Pero hay lugar para una tercera versión de un mismo hecho. La primera planteada es que la princesa Mette Marit haya pedido que le quiten el carnet a su hijo. La segunda es que sus infracciones han hecho que a las autoridades no le quede más remedio. La tercera llega de la mano de su abogado, quien riza el rizo colocándole una vez más como víctima y no precisamente como verdugo de sus exnovias, sus padres y la ciudadanía: “La presión mediática es indescriptible. Por su propio bien, ya no posee ni armas ni permiso de conducir. Él aceptó ambas cosas y facilitó que así fuera”. Vamos, que habría que agradecerle que no se opusiera a ir por ahí armado y al volante, cuando él mismo ha reconocido su inestabilidad psicológica fruto de sus excesos, que en ocasiones le ha llevado a protagonizar episodios violentos en contra de sus parejas. Quizá no sea “para su propio bien” que se lo han quitado, como así plantea su abogado, que ya dijo la semana pasada que este es el caso más fácil de su carrera y que lo da por ganado. Muchos aplauden su optimismo, aunque no estén para nada de acuerdo.
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