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Custo: fundido en negro

Una de las modelos del desfile de Custo Barcelona
Una de las modelos del desfile de Custo Barcelonalarazon

El suelo tiembla. Los decibelios suben. Y Custo se viste de negro. No es un drama. Más bien lo contrario. Aplauso. Madurez. Refinamiento. Un aliado. «Ya hace diez años fue la base de una colección, ahora lo tomamos como un color más», explica el diseñador. Sí, el negro abrió las propuestas planteadas en la Semana de la Moda de Nueva York por Custo Barcelona para el próximo otoño-invierno. Pero no llegaba sólo.

Negro sobre fucsia, verde.... Pero también gris y beige. Maridaje entre los clásicos hibernales y los básicos del creador catalán. En algunos casos esta combinación se traduce en una bipolaridad equilibrada de tonos y tejidos. No de cortes, donde se vuelve más ordenado que nunca. Así se ve en un traje sastre para hombre elaborado en lana tintado en camel en tres cuartos y dejando en perla sólo un lateral de la americana. «Hemos planteado una explosión controlada, un concierto con menos decibelios», aclara Custo que disfruta especialmente al combinar «a lo bestia» la artesanía pura con la tecnología 2.0. El mate con el brillo. Así, los telares hechos a manos con rafia se contraponen con materiales más innovadores. ¿La estrella? Un chiflón de lamé de seda brillante con base de cobre que logra un efecto espejo. Sobre ella plasma un grafismo que se acerca a dos obras de Gaudí: la cúpula de la Sagrada Familia y la fachada de la casa Batlló. También se cuela algún estampado neoyorkino que va conformando un «look» cibernético de apariencia plástica con formas rectas que deja el volumen para las mangas. Así se van conformando también blusas de tejidos vaprosos y transparentes.

Otro de los fuertes de esta colección que ya se intuía ya el pasado invierno: la piel sintética. Custo trabaja con el pelo de pony para construir chalecos XXL, abrigos con patronaje juvenil, teñidos étnicos y patchworks con grabados de cocodrilo. El toque militar lo aportan las gorras, las gafas aviador en violeta y los zapatos. A ellas las baja de la plataforma y les regala unos pares de salón. Para ellos, botines.

Con esta colección gana en naturalidad hasta tal punto que las propias modelos salen a la pasarela del Lincoln Center como si no llevaran maquillaje. Con la sensación de la cara lavada, de comodidad, la que busca ofrecer Custo a la mujer y, siempre por descontado al hombre.

Receptivos

Confiado en que el comercio se reactive en Europa, tiene la vista puesta en su primera tienda en Egipto –la abrirá en El Cairo–, en los mercados emergentes –China e India, donde desfiló hace unos meses– y las mejoras de las ventas en Estados Unidos: «Nunca es fácil entrar en un mercado nuevo. Todavía recuerdo nuestros primeros años: los americanos barren para casa y son muy chovinistas con lo suyo, pero es cierto que cuando ven una propuesta nueva y arriesgada, son receptivos». Ya son 18 años en Manhattan de la mano de su hermano David cuando sus camisetas empezaron a moverse por Hollywood, por las series... «Para llegar hasta hoy es necesario un trabajo constante, en un mundo competitivo por lo que no te puedes despistar ni un minuto. Pero vale la pena, porque posicionarte en Estados Unidos implica que te plantas en un escaparate en el que te ve todo el mundo». Y todo, con la esperanza de que España despierte: «Parece ser que va a haber un repunte, pero lo que se necesita de verdad es que el cambio de tendencia tenga lugar en los ciudadanos de a pie y se mueva de nuevo el consumo. Será necesario un poco más de paciencia», reflexiona para apuntar a renglón seguido «que en el exterior se tiene la percepción de que todo producto que llega de nuestro país siempre se relaciona con la calidad, y eso siempre es una baza».