Opinión

El diario de Amilibia: Cuando las ranas críen pelo

Comentan que Él en realidad presenta planes de acción únicamente para culpar al PP de no apoyarle para aprobarlos, y así el Amado Líder se diluye entre la inanidad, la dulce espera y la búsqueda de la culpa en el otro

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, desciende del avión tras su llegada a Brasil para su visita el pasado junio en Brasilia (Brasil)
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, desciende del avión tras su llegada a Brasil para su visita el pasado junio en Brasilia (Brasil)André Coelho EFE

Leo que el Plan de Acción por la Democracia es, según los socios del Amado Líder, un «disparo en el pie». Qué listo es, coño: siempre sabe dónde dispararse para seguir vivo y quedar como el gran superviviente levemente herido, como Trump. Dicen que el proyecto «nace muerto porque no habrá los consensos necesarios para sacar nada adelante». Para llevar a cabo las reformas legales implicadas en el asunto, el Gobierno se da un plazo de tres años, o sea, como si todo lo que Él emprende ahora se fuera a ejecutar cuando las ranas críen pelo. Comentan que en realidad presenta planes de acción únicamente para culpar al PP de no apoyarle para aprobarlos, y así el Amado Líder se diluye entre la inanidad, la dulce espera y la búsqueda de la culpa en el otro, pues Él viene a ser casi tan inmaculado como la Bego, que ya es ser.

La científica estadounidense Melanie Mitchell, autora del libro «IA: guía para seres pensantes», dice: «Lo asombroso ha sido comprobar cómo una máquina es capaz de hablar sin estar dotada de inteligencia y sin comprender, en realidad, nada de lo que dice». Mitchell parece conocer la mecánica cuántica monclovita. Comprendo la desorientación de Feijóo ante las diversas metamorfosis del Apolo y sus constantes planes de futuro. Puede que Laurent Deudet, físico experto en IA, le ofrezca alguna luz. Dice: «La Inteligencia Artificial no dice la verdad». ¿Miente o solo cambia de opinión?

La confusión continuará, y ahí Él se desenvuelve muy bien con sus planes para la eternidad. Omar Hatamleh, español, jefe de IA en la NASA, dice: «Dentro de 50 años será casi imposible distinguir un robot humanoide de una persona». Y además, podría añadir, al robot humanoide le tendrán envidia «por lo bueno que está». Será otro Apolo, Feijóo.