Opinión

La crónica de Mariñas: La Fashion Week vuelve pero empequeñecida

Belén Rueda desfilando durante el desfile de Benjamin Friman, a 14 de septiembre de 2021, en Madrid (España).MODA;FASHION WEEK;DESFILE;BENJAMIN FRIMAN;DISEÑADOR;ACTRIZJosé Oliva / Europa Press14/09/2021
Belén Rueda desfilando durante el desfile de Benjamin Friman, a 14 de septiembre de 2021, en Madrid (España).MODA;FASHION WEEK;DESFILE;BENJAMIN FRIMAN;DISEÑADOR;ACTRIZJosé Oliva / Europa Press14/09/2021José OlivaEuropa Press

Hay una relativa calma social, lo que supone buen prólogo otoñal. No se olvidan el verano, ni los días calurosos desde la incómoda distancia impuesta por lo que ya saben y padecemos. Habrá que tener paciencia, resignarnos y aguantar, ¡qué remedio!, es lo que en pequeños círculos –porque así lo han impuesto– se comenta en la minúscula –por no decir ridícula– FashionWeek madrileña. No es ni sombra de lo que fue. Da lastima y causa tristeza. Cavilo si no hubiera sido más digno para su historial haber vuelto página y empezar de cero. Malo es intentar resucitar lo que ya huele. Y es lo que ocurre con esta Mercedes Benz Fashion Week tan generadora de melancolía, nostalgia y tristeza. Al menos nos queda su recuerdo porque nadie confía que lo actual pueda llegar a superar lo que fue, logró y consiguió. A los muertos hay que enterrarlos y ponerles flores. Dejarlos tan solo como recuerdo productor de suspiros. Y cuidado que en esta renacida edición hay nombres como los de Pertegaz, un clásico eterno de nuestra moda, Duyos, Roberto Torretta o Teresa Helbig, una lista prometedora que nos permite confiar que todo no quede en simple y aparente espejismo. Madrid se lo merece y deberían poner esfuerzo, sacrificios y toda la carne en el asador para que no se limite a ser solamente una intentona. Resulta esperanzador que hayan repartido los desfiles en diferentes escenarios como los lucidos Teatros del Canal o el cada vez más valorado, museístico e histórico Hotel Ritz, tan suntuoso todavía y respetuoso y fiel a su decoración original, algo que mucho le ha costado –y no solo dinero– a Pedro Trapote, su desprendido propietario y conservador. Dentro de los locales significativos transformados en pasarela ocasional, el barroco Palacio de Santoña fue marco del desfile de Benjamín Friman donde se exhibió, con un traje muy difícil, Belén Rueda por ser íntima amiga del creador. Era su debut en pasarela y entusiasmó a sus 56 años. No defraudó con un traje blanco bastante difícil, de tirantes y con un lazo cruzado a la altura del pecho. No era fácil exhibirlo, pero ella pudo. Ahora solo podemos esperar, desear y confiar que todo vaya a mejor. Que así sea.