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Adiós, hija de Rocío Carrasco; hola, Rocío Flores: miedos y triunfos de una joven de 25 años

La joven acaba de alcanzar el cuarto de siglo de vida en uno de los momentos más complicados para ella

Rocío Flores
Rocío FloresInstagram

«Mi método consiste en tomar productos que ayudan a bajar de peso más rápido y están hechos a base de frutas y verduras cien por cien naturales y lo combinamos con dieta y ejercicio. ¿Te apuntas?». Detrás de este mensaje y representando a una pequeña empresa de nutrición se encontraba una comercial llamada Rocío, que se comunicaba con sus potenciales clientes a través de Instagram. Era 2018 y la joven intentaba captar adeptos desde su Málaga natal. Quién le iba a decir que tres años después sería ella la que recibiría cientos de mensajes de marcas publicitarias buscando su favor. Esa comercial, entonces novata (y sin agenda), hoy es una de las estrellas televisivas y de las redes sociales del momento. Hace apenas tres años, Rocío era la desconocida hija de Rocío Carrasco, la nieta de la gran Rocío Jurado, la primogénita del ex guardia civil Antonio David Flores, y, en definitiva, un personaje a la sombra de alguien más poderoso que ella. Hoy, a sus 25 años , poco queda de aquella niña tímida y acomplejada que acudió al plató de «Gran Hermano VIP 6» para defender a su padre.

En octubre de 2021 hasta su físico ha dado un vuelco radical. Desde su melena rubia trabajada a golpe de estilista a su cuidada silueta enfundada en «looks» que derriten a su ejército de seguidores virtuales. La «niña», como muchos la llaman, se enfrenta a su primer cuarto de siglo con la mejor de sus sonrisas y con la calma como gran protagonista de su vida. Una vida que comparte con su novio Manuel, con su amado padre y su mujer, Olga Moreno, y sus dos hermanos: Lola y David. Una calma que también ha conseguido con mucha paciencia y que llega después de un huracán mediático muy difícil de soportar. Huracán llamado «Rocío Carrasco» por el que ha sido una de las principales personas damnificadas a nivel emocional, todo ello después de ser víctima de una condena pública como pocas se habían visto antes en televisión. Desde que su madre decidiese exponer delante de toda España los detalles más íntimos de su vida familiar, la plácida rutina de «Ro» cambió por completo y su vida pasó a convertirse en una especie de infierno sin salida. La sobreexposición mediática terminó por desestabilizar a la nieta de «la más grande» quien, pese a todo, continuó al pie del cañón en televisión para así defender en «Supervivientes» a la que, sin duda, es una de las personas más importantes de su vida: Olga Moreno. Pese a su presencia en los platós, y coincidiendo en tiempo y espacio con la emisión de «Rocío: contar la verdad para seguir viva», en ningún momento salió de su boca una mala palabra hacia su madre, tan solo un claro llamamiento hacia ella con el fin de poder reencontrarse y hablar. Un llamamiento que, meses después, sigue sin respuesta por parte de la fiel esposa del letrado Fidel Albiac.

Rocío Flores ha sido testigo de cómo Rociíto relataba, paso a paso, algunos de los aspectos más íntimos de aquel fatídico verano de 2012 en el que la relación de madre e hija llegó a su fin. La exposición y la difusión de los informes psicológicos y de la sentencia que en su día la condenó, no ha hecho que la joven tome medidas en contra de su madre, pero sí lo ha hecho contra los dueños de «La Fábrica de la Tele», Óscar Cornejo y Adrián Madrid por «un presunto delito contra la intimidad personal y familiar». Los dos productores declararán en calidad de investigados el próximo día 21 de octubre en los Juzgados de Plaza Castilla (Madrid), fecha en la que se decidirá si existen indicios de criminalidad o no en los hechos expuestos. La nueva estrategia de la hija de Antonio David es actuar en los tribunales y solucionar todas las cuentas pendientes con todos aquellos que hayan atentado contra su honor o intimidad. LA RAZÓN se ha puesto en contacto con ella para conocer cómo ha pasado su cumpleaños y cómo enfoca su vida a partir de ahora, sin embargo la respuesta por su parte, aunque amable y agradecida, ha sido la de no querer conceder declaraciones a ningún medio de comunicación. A ninguno menos a «El Programa de Ana Rosa», donde colabora una vez a la semana.

Su faceta televisiva le genera unos elevados ingresos y su éxito como «influencer» en redes sociales, donde cuenta con un séquito de casi 800.000 seguidores, hacen que su rutina laboral sea plena, ya que rentabiliza con creces su vida «online». Además, la joven lleva un tiempo cuidándose y mimándose físicamente, lo que se traduce en una figura mucho más definida con la que ella se encuentra feliz. Ya no hay rastro de la tímida comercial online que captaba «a puerta fría» clientes para perder peso.

Rocío Flores es una mujer que a día de hoy no tiene ningún tipo de carencia, lo cual no implica que no necesite, o haya necesitado el apoyo de su madre. La figura de Antonio David, el gran referente en su vida, es quizá la más importante y significativa para ella. Sus hermanos pequeños son «su motor», como ella misma confiesa a la que escribe. El papel de Olga Moreno, a quien considera como una segunda madre, es clave. Nunca ha habido fisuras entre ellas.

A este profundo amor que siente por su familia, la «influencer» no puede estar más feliz en el terreno sentimental. Desde hace más de cuatro años que mantiene una bonita relación con Manuel Bedmar, con el que comparte vida en común desde que ambos decidieron vivir juntos en un lujoso piso ubicado en Málaga. Durante todo este tiempo es habitual ver a Manuel en compañía de toda la familia de su chica. Él es uno más en la familia Flores, aunque ha intentado mantenerse siempre alejado de los medios y en un segundo plano. Nunca han hablado de boda, pero los dos sienten debilidad por los niños.

Rocío Flores acaba de cumplir 25 años y ha venido para quedarse. Aún así, de la apocada niña que fue sigue quedando algún rastro. O al menos para su círculo más íntimo. Solo unos pocos pudieron (o pudimos) ver como el pasado 15 de junio, la primogénita de Rocío Carrasco temblaba antes de su primer evento público, tras la confesión mediática de su madre sobre su persona. Los medios agolpados ese caluroso día de junio del pasado verano en la Estación Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío pujaban por sacarle las primeras declaraciones. Y ella estaba asustada, tanto que se presentó al acto armada con una cazadora de cuero negro con tachuelas. Sabía que no podía hablar, porque todo se «iba a tergiversar». Tenía miedo. Aún así, y para sopresa de muchos, salió airosa. Superó la prueba de fuego y coreó como la que más las canciones de Pitingo, que es íntimo amigo de la familia Flores. Ese día al llegar a casa se dijo a sí misma: «Yo puedo». Y hasta hoy.