DEP
El deseo de Jaime Ostos en el más allá
Arriba, donde quiera que esté, seguro que amenizará con sus bromas y sus irónicas frases las reuniones con tantos toreros que llegaron antes que él
Meses antes de morir, Jaime Ostos se enfrentaba a la idea de la muerte con una cierta ironía: “ya subí una vez al cielo y San Pedro me mandó de vuelta a la tierra. No me había llegado la hora de dejar este mundo. Pero espero que el día que me vaya tengan reservado un pequeño hueco para mi.”
Gracias a Dios la muerte le pilló de repente, sin sufrimiento, rodeado de su esposa y sus amigos.
Es encomiable saber que sus últimos días de vida estuvieron rodeados de alegrías. Solamente había que verle bailar sevillanas a sus noventa años, con un estilo y un desparpajo envidiables.
Arriba, allá donde esté, seguro que amenizará con sus bromas y sus irónicas frases las reuniones con tantos toreros que llegaron antes que Jaime al más allá. Paquirri, Manolete, El Yiyo, los Bienvenida, José Mari Manzanares, Gitanillo de Triana, El Espartero… formarán parte de su nueva pandilla de amigos. Ostos tiene un puesto destacado entre tanto maestro de la Tauromaquia.
Jaime siempre fue el alma de la fiesta, el que animaba las veladas con su gracejo y su simpatía, sus bailes y sus bromas, y el paso del tiempo no disminuyó su afán por hacer felices a los demás.
Hoy domingo, a la espera de que sus cenizas lleguen desde Colombia a Madrid, donde recibirá el homenaje que se merece, el recuerdo permanece. Se le va a echar muchísimo de menos.
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