
Confesiones
Alberto Herrera: confesiones de un novio, un hijo y un futuro padre
En plena cuenta atrás hacia su boda con Blanca Llandres, el presentador se sincera sobre el amor, los miedos y las cicatrices familiares que aún le acompañan

Los próximos meses marcarán un antes y un después en la vida de Alberto Herrera. El hijo de Carlos Herrera y Mariló Montero se prepara para dos de los acontecimientos más trascendentales de su vida: el nacimiento de su primer hijo y su boda con la psicóloga sevillana Blanca Llandres, sobrina política de Francisco Rivera y prima de Lourdes Montes. El enlace tendrá lugar el 18 de octubre en Sevilla y reunirá a buena parte de la sociedad sevillana, con una novia que, embarazada, lucirá un diseño de su cuñada Rocío Crusset junto a Nicolás Montenegro.
En medio de este torbellino de emociones, el locutor de COPE ha encontrado un espacio para la intimidad en Cercano by Tomás Laso-Argos, el nuevo pódcast de su amigo diseñador. Sentados frente al mar, Herrera y Laso-Argos conversaron sin filtros sobre amor, miedo, recuerdos de infancia y la fragilidad que se esconde detrás de la voz radiofónica.
Reflexiones
La primera confesión llegó al hablar de Blanca. "Yo la conozco de toda la vida, porque es prima de Jaime Soto Parejo", explicó. Sin embargo, lo que parecía un flechazo inmediato escondía una dosis de inseguridad. "Fue un acto de cobarde. En lugar de decirle directamente de vernos, me excusé en mensajes de madrugada", admite. Aquel comienzo dubitativo pronto se transformó en certeza. "Miro a Blanca a los ojos y no necesito preguntarme nada. Sé que es la indicada".
Pero si el presente de Herrera se construye sobre certezas, su pasado está marcado por episodios oscuros que aún hoy resuenan en su memoria. Con apenas ocho años, vivió de cerca el terror cuando ETA puso en el punto de mira a su padre. "Lo intentaron matar dos veces", recuerda con crudeza. La primera, con una caja de puros trampa; la segunda, cuando el ‘Comando Sevilla’ llegó hasta la puerta de su casa. "No abrimos. Bajaron la calle y asesinaron al doctor Antonio Muñoz Cariñanos".
El locutor revive también la conversación definitiva con su padre, años después, cuando este le relató lo ocurrido. “Me dijo que, de haber explotado la bomba, yo habría tenido la misma edad que él cuando perdió a su propio padre. Son casualidades de la vida, pero se te quedan clavadas para siempre”.
Preguntado sobre si sería capaz de entrevistar a un etarra, responde con firmeza. Sí a dirigentes como Arnaldo Otegi, "para reflejar las contradicciones de su discurso". No a quien intentó asesinar a su padre: "No podría hacerlo como periodista, sería un hijo hablando desde el dolor".
Hoy, a las puertas de su boda y con la paternidad en el horizonte, Alberto Herrera se reconoce en un punto de equilibrio. Entre la ternura de un amor seguro y la memoria de un pasado que le obligó a madurar antes de tiempo. Entre la radio, que le da voz, y el silencio íntimo que comparte con Blanca. Un retrato de vulnerabilidad y coraje, justo en el momento en que su vida vuelve a empezar.
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