Sincera entrevista

Carolina Molas, madre de Íñigo Onieva: de huir de las amenazas de ETA a perder un hijo con 7 años

La suegra de Tamara Falcó ha concedido una entrevista en la que se da a conocer como nunca. Detalla desde su infancia como exiliada, hasta la dura muerte de su hijo

Íñigo Onieva y su madre, Carolina Molas
Íñigo Onieva y su madre, Carolina MolasGtres

Carolina Molas dio el salto a la fama cuando su hijo, Íñigo Onieva, comenzó su romance con Tamara Falcó. Desde entonces se convirtió en un rostro habitual de la crónica social, especialmente cuando se produjo la controvertida ruptura de la pareja una semana después de anunciar su compromiso de boda. Ella ejerció, sin quererlo, de portavoz en muchos momentos ante la prensa. Demostró una gran seguridad en sí misma y mucha soltura, que ha ganado por su perfil empresarial, y es que lleva 24 años en la empresa Cemevisa, la última década como CEO. Ahora ha concedido una entrevista en exclusiva a la revista ‘Forbes Women’, en la que se ha abierto sin tapujos, llegando incluso a recordar cómo tuvo que huir de Bilbao a Madrid, huyendo de las amenazas de ETA o el duro revés que supuso la muerte de uno de sus cuatro hijos.

Carolina Molas
Carolina MolasGtres

Pese a lo traumático que supuso dejar su hogar, a sus amigos y toda una vida atrás, Carolina Molas no puede evitar tener confusos aquellos momentos en los que huyó de Bilbao. Así lo recuerda a la citada publicación, en una extensa entrevista en la que recuerda cómo salió de incógnito de su casa junto a sus padres y su hermano, por miedo a ser víctimas de la banda terrorista: “Somos exiliados de ETA. En el 83 tuvimos que venir a Madrid. Salimos huyendo una madrugada sin coger nuestras cosas y nunca más pudimos volver a casa. Fue muy traumático. Yo tenía 15 años, muy mala edad”.

“Mi padre llevaba muchísimos años amenazado y estuvieron a punto de atentar contra él muchas veces. Vivíamos en Neguri (Getxo, Vizcaya) y a nuestro alrededor había secuestros sin parar. Amenazaron a los primogénitos de las familias, como es mi caso, y eso empeoró mucho las cosas”, continúa narrando la madre de Íñigo Onieva, que no recuerda del todo cómo fueron los últimos coletazos de su vida en Bilbao: “Creo que mi mente lo ha borrado. Me falta información, porque mi padre era muy vasco y no daba explicaciones. Nos fuimos un día a las cinco de la mañana, cada uno en un coche, con el perro, las tortugas, nevando...”.

Quisieron comenzar su nueva vida en la capital, lo más lejos de las amenazas de ETA, aunque siempre con el miedo a ser localizados y sufrir las represalias de su huida: “Ya en Madrid estuvimos viviendo en hoteles. Cuando por fin nos instalamos en una casa, nos íbamos mudando, porque nos iban descubriendo. Fue horrible. Tardamos años en vivir tranquilos. Cuando nos instalamos aquí mi padre montó Cemevisa Madrid”.

Se refiere a la empresa que ahora ella capitanea. La suegra de Tamara Falcó es una mujer adelantada a su tiempo, que se ha desenvuelto con éxito en un mundo de hombres. Gestiona una empresa de servicios electrodomésticos que hacen de enlace entre el fabricante y la tienda a pie de calle y siente especial orgullo por lo que ha construido con el esfuerzo de su padre, pero también con el suyo propio: “Esta empresa es como un hijo. Me ocupo de su crianza, de su crecimiento, de que su corazón siga palpitando. Y lo traduzco en palabras para que todo el mundo lo entienda”, confiesa.

Carolina Molas con sus tres hijos y Tamara Falcó
Carolina Molas con sus tres hijos y Tamara FalcóInstagram

Carolina Molas perdió un hijo con 7 años

En su entrevista para ‘Forbes Women’, Carolina Molas se presenta como una apasionada del arte y del buen comer, además de una empresaria de éxito. Pero también habla de su lado más familiar. Primero de su infancia como exiliada de ETA en Madrid, pero también de cómo la vida ha marcado sus pasos, alguno de ellos, especialmente dolorosos, como la pérdida de un hijo: “Estudió diseño de moda e industrial. Soy creativa y el trabajo de mi padre no me llamaba mucho la atención. Pero fui madre muy joven y me puso a trabajar con él. Empecé a generar familia a los 20 años y a los 25 tenía cuatro hijos. Uno de ellos falleció de meningitis a los 7 años. Lo tenemos aceptado, aunque costó”.