
Opinión
El diario de Amilibia: Oh, la corrupción adelgaza
"Así, un día de estos al Apolo de la Moncloa se le van a caer los pantalones y se quedará en gayumbos para éxtasis de sus fans"

Koldo aparece con la chaqueta muy holgada, clara señal de que está perdiendo peso. Lo mismo puede decirse de Ábalos: ahora le sirven camisetas en las que hace poco no entraba. Y qué decir de Cerdán: la trena es lugar ideal para perder peso, siempre que la familia no le lleve cocido de Lhardy y callos de Zalacaín, claro. En «La muerte os sienta tan bien», Meryl Streep descubría la inmortalidad a base de liftings; en este caso, podemos decir que la corrupción le sienta tan bien a la banda «La Carlota se enrolla que te cagas» como si estuviera tratándose con Ozempic. Parece claro que la corrupción adelgaza (si te pillan) y no pasará mucho tiempo sin que se recomiende como la nueva dieta milagro: el trinque y el folleteo como ingredientes básicos del gran batido detox de moda, aunque se recomienda prudencia a la hora de mezclar los polvos mágicos con la pasta gansa.
Así, un día de estos al Apolo de la Moncloa se le van a caer los pantalones y se quedará en gayumbos para éxtasis de sus fans. Leo: «Sánchez y Marlaska, ayuno intermitente y adictos al deporte: competición de delgados en Moncloa». Escribe Marian Benito que el Apolo, olvidado el chuletón al punto, está obsesionado con el running, el baloncesto y el ciclismo de montaña. Marlaska nada 1.500 metros a diario (no sabemos si practica espalda o mariposa) y además castiga su body con la electroestimulación. Aparecen demacrados, como el dramático momento exige. Pero malas lenguas endocrinas afirman que el Apolo, más que adelgazar, está menguando. Menguar, según la RAE, es «disminuir o irse consumiendo física o moralmente». El Rey Sol pasa a Luna en cuarto menguante. Dicen que a la Bego le cuesta encontrarlo en el lecho a la hora de los cumplimientos conyugales. ¿Exceso de saunas?
✕
Accede a tu cuenta para comentar