
Durísimo relato
María Amores, mujer de Ion Aramendi, recuerda cómo se le “reventó el útero”
El tercer parto casi le costó la vida a la esposa del presentador, que vivió el momento más angustioso de su vida. Ahora lo cuenta con todo lujo de detalles

Ion Aramendi ha formado una familia numerosa junto a su esposa, María Amores. El presentador suele ser muy discreto en sus apariciones públicas y no le gusta que la atención se desvía ni a su mujer ni a sus tres hijos. Protege a su familia de miradas indiscretas y la atención mediática. Tan solo quiere que se le reconozca por su trabajo frente a las cámaras, mientras que su familia quedaría en un discreto segundo plano.
Aun así, el papel de su mujer como influencer le dificulta su tarea, pues ella sí que se siente más suelta a la hora de compartir intimidades con sus fans. Por ejemplo, lo último, cómo estuvo a punto de perder la vida en el parto de su tercera hija. Una vivencia traumática que recuerda ahora cuando se cumplen tres años del nacimiento de la pequeña Marieta. Un suceso en el que sus seres queridos se temieron lo peor, pensando que no saldría del paritorio y que ahora rememoran como uno de los momentos más angustiosos de sus vidas.
María Amores casi muere en su tercer parto
“Hace tres años cumplía 40 semanas de embarazo. Tenía 45 años. Por protocolo me tenía que presentar en La Paz a parir, aunque Marieta no daba señales de querer salir”, comienza a detallar la influencer cómo acudió al hospital madrileño para la llegada al mundo de su bebé: “Y allí que me pusieron monitores, pero nada. Tardé un día entero en reaccionar y sentirme un poco de parto”. Ya tenía la experiencia de sus dos anteriores alumbramientos, el de Ion de 12 años y el de Lucas de 7 años, pero todo se precipitó: “Pensaba que iba a ser un paseo, que el tercer parto era chupado… ingenua de mí”.

“La cosa se complicó bastantito. El tema es que estuve mucho tiempo empujando y Marieta venía mirando para arriba y parecía grande y se encajaba”, va relatando María Amores lo sucedido hace tres años en la sala de partos a través de los stories de su cuenta de Instagram. “Pasaban muchos médicos por allí, demasiado… hasta que llegó la jefa de servicio y les echó una buena peta a todos y me mandó a quirófano. Lo intentaron con aparatos y finalmente decidieron cesárea. Oigo: ‘Aquí está Marieta, sí que es grande. Madre mía, menudo lechoncito’”. La niña había llegado al mundo, pero no había terminado lo peor.
“Me la enseñan y, de repente, locura, ruidos, nerviosismo, echan al padre de quirófano y mucho frío, miedo y me voy a negro”. Tiempo después recuperó la conciencia y se despertó desorientada y sin saber muy bien qué había sucedido: “Me despierto. Sola. Llena de cables. Sin Marieta, sin Ion. Uno de los peores momentos de mi vida”. Ahí los profesionales acudieron a tranquilizarla: “Me explican que estoy en observación. Que se me reventó el útero. Me han metido un globo dentro. Que no me puedo mover. Que he perdido mucha sangre y que la niña está con su padre. No tengo móvil, no puedo beber agua. Lloro”.

“Lloro. Lloro. Lloro. Una señora de la limpieza les llama la atención a las enfermeras, porque no paro de llorar y deciden avisar a los médicos para que permitan a Ion traerme a Marieta, porque yo no me creía que estuviera bien. Quería verla, estar con ella, olerla y que no nos separaran jamás”. El calvario continúa: “Viene un médico y me dice que estoy grave. Que he estado unos segundos en quirófano ahí ahí, y que lo importante es que me recupere, pero le imploro ver a mi bebé. Lo consigo. Y me traen a mi niña. Nos conocemos un día después. Volví a vivir. Se la volvieron a llevar, pero yo ya empecé a recuperarme vertiginosamente y en menos de otro día me mandaron a planta con ellos”.
Los médicos lograron salvarle la vida, las enfermeras cuidaron de ella, pero quien más se volcó en sus cuidados fue su marido. Ion Aramendi sufrió su propio calvario en la sala de espera y también el primer día con su bebé recién nacido y sus dos hijos aguardando noticias de su mamá. A él también le reserva unas palabras: “Su padre se encargó de ella solito desde el minuto uno sin saber muy bien cómo iba a ir la cosa conmigo. Fue brutal. Estuvimos varios días allí, porque yo no me podía mover y necesitaba transfusiones y él fue madre y madre. Un 10”. Pero por fortuna salió del hospital y ahora recuerda lo pasado desde la tranquilidad de su hogar en una fecha señalada: “Y hasta hoy. Tres años después vamos a celebrar el cumpleaños de Marieta y a la madre que la parió, que soy yo”.

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