Maternidad
El otro nanosegundo de Tamara Falcó
La marquesa de Griñón no tiene filtros y si los tiene no los utiliza habitualmente.
A diferencia de Isabel Preysler, que es tan contenida en sus apariciones públicas –nunca se sabe si viene o va como si en vez de filipina fuera gallega–, Tamara es todo lo contrario. No tiene filtros y, si los tiene, no los utiliza habitualmente. Su punto de inflexión, en el que dejó de ser «hija de» para mostrarse como un ente autónomo, fue MasterChef Celebrity. Pasó de no saber ni encender los fuegos de la cocina a realizar esferificaciones, pelar perdices, ensuciarse el pelo de grasa y oler a fritanga. No buscaba excusas para su inutilidad en la cocina y contaba que Ramona, la cocinera, era la que se encargaba de los menús en «Miraflowers» (el nombre de la calle del domicilio de mamá Preysler es Miraflores, pero ella lo internacionaliza».
Durante un tiempo vivió con su novio en el barrio de Chamberí. Llegó la ruptura y se trasladó al nido familiar donde sigue viviendo con Íñigo Onieva una vez casados. Decía que resultaba más cómodo hasta que tuviera su ático a punto de revista. La otra versión era que no quería volver al piso compartido de donde salió cuando se produjo la metedura de pata de su novio en el festival Burning man. Y resultaba creíble la decisión de instalarse en la casa familiar, que es una especie de residencia de lujo. También lo hacen cuando están en España Ana Boyer, Fernando Verdasco y sus hijos. Y lo mismo sucede con Julio José y la novia de turno. Incluso Chabely vuelve a su infancia en las pocas veces que aterriza en Madrid. La primogénita Iglesias venía a España cada cierto tiempo, hacía su exclusiva y regresaba a Miami.
Pero esta situación ha cambiado. En breve, como ella misma aseguró a quien esto firma, se trasladará a su ático de 200 metros cuadrados. Una casa con tres habitaciones y una terraza inmensa que ya ha cubierto de plantas para guarecer su intimidad. En realidad, no haría falta, porque es de sobra conocido para los paparazzi que no se puede fotografiar el interior de un domicilio y menos aún que una revista o un programa de televisión lo emita. Y en esta supuesta vulnerabilidad visual –al ser muchas las paredes acristaladas– Tamara contó que no estaba muy segura de si se había equivocado al adquirir esta vivienda diseñada por el estudio A-Cero, de los arquitectos Joaquín Torres y Joaquín Llamazares. Cuando Torres escuchó sus declaraciones se enfadó y dijo que si no le gustaba que la vendiera. Y definió a la marquesa como «pueril e infantil». La realidad es otra y ella misma confirmaba que todo había sido un malentendido y que la casa «es preciosa». Este fuego ya lo apagó y el más importante también lo aclaró. En referencia a los constantes rumores de embarazo, Tamara no ha tenido ningún problema en confirmarme que «no estoy embarazada». Por ahora, ya que convertirse en madre sigue siendo su principal ilusión.
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