El gran día

Tamara Falcó: por qué la amamos y odiamos

Solo falta que caiga un rayo en El Rincón

Tamara Falcó vuelve al trabajo tras su boda.
Tamara Falco during Tous Brand Event in Madrid on Wednesday, 9 March 2022.Sergio R MorenoGTRES

Con Tamara Falcó me pasa como con el arroz con leche: nunca estoy segura de si me encanta o me repugna. Y, como con el arroz con leche, cada vez que aparece cerca tengo que probar para averiguarlo. Por eso sé que se casa. Y por eso también sé que todo son problemas: el novio le pone los cuernos, rompen, se anula la boda, vuelven, rumores de nuevas infidelidades, la firma que se iba a encargar del vestido de novia rompe el contrato por incumplimiento, roban a los joyeros dos millones de euros en joyas de los invitados… Yo ahí no veo más que señales. Solo falta que caiga un rayo sobre la capilla de El Rincón, la finca familiar que heredó de su padre el marqués de Griñón, y, al iluminarse el cielo, se lea mientras suena tremendo trueno: «que no te cases, te digo». Y ni por esas pillaría Tamara la indirecta. Ella, si dice que se casa, se casa. Este sábado 8, sin ir más lejos. Y por la iglesia, como debe ser, que para eso es católica practicante y convencida.

Lo que hay que reconocerle a Tamara es que, aunque no tengamos claro si nos gusta o no, si nos cae bien o no la soportamos, es que, con ella, te tienes que reír: lo mismo descubre que es católica a muerte y casi se mete a monja de clausura, que te estampa un coche contra el Starbucks de la madrileña calle de Fuencarral. Igual se te hace cocinera y quiere abrir un restaurante en su palacio, que tiene su propio reality. A mí, con ella, es que ya no me sorprende nada. Todo me parece que sí, que le pega. Como esas amigas que en cuanto te dicen que ha hecho algo esperpéntico se te escapa un «es que ella es así». Quizá es por ese hablar tan tremendamente pijo que se gasta, que no sabes si es ingenua de verdad o te está tomando el pelo, si va o viene, si ha escupido el chicle o se lo ha tragado. Me cuesta imaginarme a Mario Vargas Llosa teniendo una conversación demasiado larga y sesuda a la hora del té con ella y su señora madre. Y sin duda que alguna que otra debió tener porque entrevistar a Mario sí lo hizo.

Tamara Falcó en El Rincón
Tamara Falcó en El Rincón Netflix

Pero, como digo una cosa digo la otra, se me dispara la simpatía por ella cada vez que veo la cantidad de barbaridades que le dicen a la pobre en su perfil de Instagram, en el que sus 1,5 millones de seguidores la aman y la odian la vez. No me gustaría caer en eso tan facilón de que la envidia es el deporte nacional en este país, pero es que no encuentro otra explicación a que personas adultas pierdan minutos de su tiempo en vomitar bilis en cada foto de un desconocido si no es porque son incapaces de gestionar con solvencia y decoro su propia frustración. Así que sí, me gusta el arroz con leche. Digo Tamara. Creo.