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Confesión

Tamara revela la "ley de Isabel Preysler": cuando ser el pequeño siempre daba la razón

La marquesa de Griñón rescata anécdotas de su infancia en "El Hormiguero"

Tamara Falcó Gtres

Hay familias donde las reglas se escriben en mármol y otras donde se transmiten con un gesto, una mirada… o una sentencia inesperada. En casa de Isabel Preysler, según ha confesado Tamara Falcó en "El Hormiguero", existía una norma tan clara como peligrosa: "El pequeño siempre tiene la razón". Una ley doméstica que, como suele ocurrir con las tradiciones familiares, parecía inocente hasta que empezó a generar pequeñas revoluciones internas.

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Tamara irrumpió en el plató con su habitual mezcla de humor ingenuo y sofisticación effortless, dispuesta -sin pretenderlo- a desvelar uno de los secretos mejor guardados de su infancia. "Era una gozada mientras eras el pequeño, pero un horror cuando dejabas de serlo", reconoció. Durante ocho años disfrutó del título, casi nobiliario, de "la benjamina intocable", hasta que nació su hermana Ana. Fue entonces cuando su mundo -y el orden jerárquico en Villa Meona- se tambaleó.

Incredulidad

Lo que vino después Tamara lo contó entre risas, pero los episodios que recordó dejaron a Pablo Motos con la ceja subida. "Chábeli intentó matar a Julio empujándole a un ladrillo", soltó de golpe, como quien recuerda una travesura más. A continuación llegó la revelación estrella: "Y Enrique intentó tirarme por la ventana de un segundo piso, pero Chábeli le paró". Una escena que, narrada con su naturalidad habitual, provocó esa mezcla de incredulidad y carcajada nerviosa que solo Tamara sabe activar.

Tamara Falcó con top de Mango.@elhormiguero

La socialité, sin embargo, no parecía demasiado sorprendida por las reacciones del público. Para ella, aquellos episodios pertenecen al imaginario compartido de la familia Iglesias-Preysler. "Esto es vox pópuli en mi familia", aseguró cuando Juan del Val le preguntó por qué evitaba hablar de ciertos favoritismos… pero no tenía reparo en contar intentos de homicidio infantiles en prime time.

Y si quedaba alguna duda de que la convivencia entre hermanos era un caos tan adorable como impredecible, Tamara terminó despejándola. No era precisamente un ángel. Admitió que mantenía despierta a su hermana pequeña porque se aburría si esta se dormía antes. "Hacía ruidos", recordó riendo. "Mi hermana decía: ‘¿Has oído eso?’ y yo: ‘Nooo’". El tipo de picardía que, contada por ella, suena menos a travesura y más a capítulo entrañable de una infancia privilegiada, caótica y muy real.

Las anécdotas, lanzadas sin filtro y envueltas en un humor elegante que parece genético, dibujan un retrato inesperado de los Preysler: una familia donde también había peleas, celos, ruidos nocturnos y reglas arbitrarias.