Italia

Hacer de «chica Bond» no relanzará a Pe

Penélope en la visita que hizo a la Ruber para ver a Mónica
Penélope en la visita que hizo a la Ruber para ver a Mónicalarazon

Cabe esperar que Pe rompa moldes e introduzca algo diferente en la «saga Bond», donde Connery sigue siendo insuperable. La anuncian como «nueva chica Bond», un trabajo que generalmente está destinado a descubrir o afianzar talentos más físicos como los de Ursula Andress o Halle Berry. Ser novia de 007 siempre ha sido una pista de lanzamiento de nuevos valores pero tan sólo destacan estos dos nombres. Ursula reside en Italia, donde Enrique del Pozo la visita y pasea con ella habitualmente sin los malignos propósitos maridadores que Javier Rigau usó con Gina Lollobrigida. Las «chicas Bond» son, al fin y al cabo, personajes anecdóticos, pura decoración ambiental casi siempre en bikini, y puede venirle grande a nuestra absurdamente oscarizada actriz en el peor trabajo de su vida. Un supuesto pago a Woody Allen. Ya no es la «ragazza» de «Jamón, jamón», parcialmente recuperada con hechuras maduras en «Volver», donde sí merecía premio. Pero ni «Vicky, Cristina Barcelona» ni «Nine» son para echar cohetes y nos hace añorar otras interpretaciones de Penélope que sabe Dios en qué pensará si, tras su nueva maternidad, decide hacerse compañera ocasional de Daniel Craig.

Mucho marketing

No saldrá ganando al lado de una Judi Dench que ahora encarna a Isabel II en una comedia londinense que evoca los 60 años de celebración con alarde de pamelones floridos. Insuperable el de Camilla Parker, que me sigue pareciendo un personaje de comedia shakespeariana en ese gran teatro que es la corte de «her majesty». Darían también para una gran comedia digna de Terence Rattingan, que se las pintaba solo en eso de recrear ambientes de la nobleza, un poco con el estilo que cultivaron aquí Agustín de Foxá y Joaquín Calvo Sotelo; lo de Giménez-Arnau, padre de Jimmy, tenía más fuste dramático. Y también podría resultar algo normal, interpretativamente, en este experimento de Penélope como para darle tanto aire de promoción; marketing no les falta y ya preparan el terreno, de colaboraciones generalmente esporádicas, aunque efectivas como la de Eva Green en «Casino Royale», y otras con idéntica mala suerte incluso sin hacerse notar por el atractivo pectoral, que parece imprescindible. Cruz deberá esforzarse en recuperar la silueta tras el parto y no cabe recurrir a su hermana Mónica, reaparecida sorpresivamente para el anuncio de «Bombay», que es un pretexto remunerado en quienes tanto rehúyen a la Prensa española.

Para sorpresa, la que recibí cuando casi me dio un jamacuco porque no lo podía creer, aunque algunos lo dijeron en la reciente boda de Israel Bayón: Eugenia Silva no sólo ha vuelto con Alfonso de Borbón, hijo de Marisa, sino que ya hablan de boda. «Siempre estuvieron ahí», me dice un íntimo de la pareja que conoció los avatares con Santodomingo y las irrealidades de Diego Osorio, hasta ahora última pareja conocida de la exquisita modelo.

Superado el shock, me vuelco en esa familia de Penélope tan original. Su padre, que está retirado, quiere más a los periodistas y en tiempos sitió a Lidia Lozano cantándole boleros por teléfono. La carrera de ella no parece bien dirigida y no se asemeja a la etapa española con títulos emblemáticos como «La niña de tus ojos», que parece que tendrá continuación. Que no presuma de «nueva chica Bond». No es para tanto. Ellos callan fieles a la norma habitual y ya no comprometen a su oficina española, donde dejé en evidencia a Antonio Rubial, obligado a desmentir el primer embarazo, luego confirmado por su abultada o casi imponente tripa.