Casas reales
Enamorada de Guillermo, amante del poder
El biógrafo no autorizado de la esposa del futuro rey de Holanda desvela a LA RAZÓN los secretos mejor guardados de «la argentina rebelde»
Por su carácter y simpatía es una de las princesas más queridas de Europa. Dentro y fuera de palacio, su naturalidad y espíritu latino levantan pasiones.
Por su carácter y simpatía es una de las princesas más queridas de Europa. Dentro y fuera de palacio, su naturalidad y espíritu latino levantan pasiones. Incluso, cuenta la leyenda que consiguió ganarse la confianza de la reina Beatriz en un encuentro a solas con ésta cigarro en mano. Sin embargo, la futura monarca de Holanda no siempre fue vista con buenos ojos por la dinastía Orange y sus conciudadanos. Si ahora su lado extrovertido es un punto a su favor, hubo un tiempo en el que un pasado «de juerguista empaedernida» –como ella misma se calificó en su primera entrevista de televisión– la situó en el ojo del huracán. Y es que la siempre impecable Máxima vivió una juventud igual a la de cualquier chica de clase media de Buenos Aires, y esa «normalidad» no terminaba de encajar en la casa real holandesa: «Máxima es la típica ''argentina rebelde'', muy latina... Se emborrachó de joven, fumaba, tuvo muchos novios, convivió con un alemán en Nueva York... Era muy abierta y ésa era su principal gracia y virtud. Sus amigas dicen que siempre fue el alma de la fiesta», explica a LA RAZÓN Gonzalo Álvarez, coautor de su biografía no autorizada, «Máxima, una historia real» (Editorial Laocoonte), cuya reedición se publicará en abril, incluirá novedades de los últimos cuatro años. Pero, según cuenta, si realmente algo caracteriza a Máxima es su ambición. «Tiene un carácter fuerte y es muy codiciosa. No dudo de que esté enamorada del príncipe, pero tanto o más del poder. Para ella la corona no es un peso, le gusta, la llevará con orgullo», explica, y añade: «Su ambición, para el rol que va a desempeñar, no deja de ser positiva».
En una jaula de oro
Por ello, no ha dudado en sacrificar cuanto fuera necesario, desde su familia –sus padres no pudieron acudir a su enlace ni tampoco podrán ir a su coronación por su vinculación con el régimen de Videla– hasta su tan querida libertad, que en los últimos años está más limitada que nunca. Máxima vio cortadas sus alas a raíz del trágico atentado que sufrió junto a Beatriz durante la celebración del día de la reina en 2009. «Le cambió mucho la vida, tuvo que encerrarse. Vive en una jaula de oro con un control extremo de la seguridad. Antes, disfrutaba de paseos en bicicleta por las calles de alrededor de su casa», afirma Álvarez. Asimismo, asegura que los últimos meses la difícil situación de Friso ha entristecido el día a día en palacio. Aunque el optimismo de la argentina parece haber sido de gran ayuda. «Se volcó de lleno con la reina y con su cuñada, a la que está muy unida. Les ha respaldado mucho psicológicamente y, como consecuencia, Beatriz confía en Máxima más que nunca», explica su biógrafo, y añade: «Dicen que este hecho es el que ha inclinado la balanza para que abdique. Se dio cuenta de que tanto Máxima como Guillermo estaban preparados para reinar». En este mismo sentido, el especialista en la dinastía de Orange, Coos Huisjen, señala que «Máxima ha aportado alegría a la casa real de los Países Bajos». Además, considera que «será un pilar básico para su esposo durante su reinado».
Y es que, la argentina ha sabido alegrar la vida palaciega. Según las últimas investigaciones de su biógrafo, la joven ha enseñado a la mismísima reina a jugar al brice y organizan encuentros con las amigas de ambas cada quince días. «Beatriz se convirtió en una fanática de este juego. La relación entre las dos es excelente», comenta Álvarez. Y es que Máxima no está sola entre los Orange, varias de sus amigas de la infancia en Argentina han terminado casadas, casualidades de la vida, con amigos del príncipe. Rodeada siempre de la «high class» bonaerense, la futura reina de Holanda aprendió desde muy niña a escalar socialmente. Según comenta Álvarez, se educó en el Colegio Northlands, el más caro de Buenos Aires. «Su padre hizo muchos esfuerzos por mandarla allí. Era una chica de clase media entre la clase alta». Precisamente, lo que llevó a este periodista argentino a investigar la vida de Máxima fue «cómo una joven de clase media argentina termina casada con el heredero de Holanda». Así, descubrió que en cada etapa de su vida, la joven supo muy bien de quién rodearse a pesar de que «nunca destacó. No fue ni la más guapa ni la más inteligente», declara, y añade: «De hecho, tiene una pelea eterna con la báscula. Ha llegado a estar muy obsesionada. Su madre la presionaba mucho para que hiciera dieta y lo pasaba mal». Según relata en su libro, tampoco tuvo mucho éxito entre los hombres, y, sin embargo, con su carisma consiguió meterse en el bolsillo desde a la jet-set neoyorquina –cuando vivía en la Gran Manzana y trabajaba en Deutche Bank– hasta a la mismísima familia Orange.
Capacidad de superación
Eso sí, mérito no le falta, porque siempre ha luchado concienzudamente por superarse. Desde que se casó se ha preparado para reinar, sigue a pies juntillas los consejos de Protocolo y, sobre todo, las recomendaciones de su suegra: «Estudió holandés en un tiempo récord, lo habla muy bien... Aunque le ha robado un poco del carisma latino que tenía», declara Álvarez, quien considera que, a pesar de la felicidad que irradia, desde que vive entre los Orange «se ha convertido en una obsesiva del control». Tanto, que ha recibido amenazas por publicar la biografía: «Ella tenía un pasado que esconder: su padre era un problema para sus ambiciones de ser reina porque Jorge Zorreguieta estuvo comprometido con la peor etapa histórica de argentina; desaparecieron 30.000 personas». Para un país con una cultura tan democrática como Holanda era difícil asimilar ese pasado, y trataron por todos los medios de esconderlo.
Pese a todo , Máxima mantiene una relación excelente con él. Y, aunque sus padres continúan viviendo en Argentina, pasan cuatro meses al año en Holanda para estar cerca de ella y de sus tres nietas. «Para una chica argentina, que sus padres no pudieran ir a su boda es durísimo. Tiene que hacer como si estuviera muerto y lo quiere mucho», comenta su biógrafo, que, curiosamente, es originario de la ciudad preferida por Máxima: Bariloche, donde ha pasado las últimas vacaciones de Navidad junto a toda su familia. «Ha estado aquí hasta hace 10 días, conserva el espíritu familiar latino, es muy ''madraza''. Lo sé porque tenemos amigos en común», confiesa Álvarez, para quien el hecho de que la futura reina de Holanda sea argentina «no favorece en nada a mi país», aunque reconoce que «no deja de ser un orgullo» y apuesta porque el próximo 30 de abril su compatriota brillará con luz propia.
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