«Nuestro cerebro sigue en el paleolítico»

–«Tu dinero y tu cerebro». ¿Cómo se llevan dinero y cerebro?

–Es un buen matrimonio, pero las decisiones económicas las toma un cerebro (el nuestro) que no está preparado para ello.

–Así nos vemos como nos vemos...

–Nuestro cerebro no se ha adaptado a este tiempo, sigue en el paleolítico. Su evolución es lenta.

–O sea, que se ha quedado anticuado...

–Sí, era bueno para sobrevivir hace 20.000 años, en tiempos de caza y nomadismo, pero no para la vida de hoy. Se ha quedado atrás.

–Santo cielo, ¿y qué hacemos? ¿No se le puede dar un empujoncito?

–Hoy no se puede. Mañana, no se sabe.

–Usted, neurólogo, es el promotor de la llamada neuroeconomía. ¿Qué es?

–La ciencia que estudia cómo el cerebro tomas las decisiones económicas.

–Y las toma mal. ¿Por qué cometemos tantos errores?

–Porque metemos las emociones por medio y todo se va al traste. La emoción es lo más primitivo; la razón, lo más evolucionado.

–Muchos compraron preferentes...

–Metieron ahí una emoción: la confianza en el banquero. Se fiaron. Además, a una edad avanzada el cerebro percibe peor los riesgos.

–¿La neuroeconomía nos dice algo sobre la corrupción?

–El cerebro tiende a buscar placer. La ambición, acaparar dinero, es una gran recompensa para él, como el sexo, como antes la caza...

–¿El dinero es una adicción, como el tabaco o el alcohol?

–Sí, el dinero es una droga. Se activa la misma parte del cerebro cuando nos dan un billete de 500 euros que cuando tomamos cocaína.

–¿Y se puede saber por qué aplicamos las emociones en lugar de la razón?

–Porque empleando la emoción las decisiones son más rápidas y consumen menos energía cerebral. La emoción nos ha permitido sobrevivir, en el paleolítico el instinto nos ayudaba más que la razón.

–Pero, ahora ¿deberíamos utilizar menos las emociones y más la razón?

–Son complementarias. Para invertir en Bolsa, la razón; para ir a una discoteca a ligar, la emoción, el instinto.

–Y que sepan que te ha ido bien en la Bolsa...