Podemos
Pablo Iglesias: La ideología del flequillo y la crisis de los cuarenta
La última imagen del que fuera vicepresidente confirma un cambio común pasados los 40
Por favor, dejemos de frivolizar con el pelo de Pablo Iglesias. Este sería el mensaje del doctor británico Mark Jackson si observase la ola de bromas que desata su último corte, con un flequillito a trasquilones que le sirve para disimular las entradas. A sus 42 años, el hombre pasa por un momento delicado. Es por eso por lo que el científico mencionado pide no trivializar sobre el asunto. «La presión por el éxito personal y familiar puede llevar a cometer el error de arrojarlo todo por la borda», dice en una de sus conferencias.
Después de un absoluto hermetismo de dos meses, Iglesias ha reaparecido, contra todo pronóstico, con un perfil nada triunfante inaugurando vía telemática un curso de verano en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Tiene mensaje esta nueva imagen, insípida según la opinión de los expertos? Jorge de Sancho, estilista valenciano, nos da su opinión: «Lo que transmite es una voluntad absoluta de ruptura con todo lo anterior y de entrega al desaliño, dejando atrás a aquel político que quiso conectar con las clases populares con un modo de estar y de vestir de hombre rebelde y alternativo. El corte de coleta le dejó un peinado british de transición que requería mucho cuidado; este, sin embargo, permite descuido absoluto e indica el fin definitivo de un icono».
De acuerdo con esta opinión, el exvicepresidente se ajusta a ese patrón de ruptura y desencanto que empieza en la cuarentena: nuevas rutinas y la autoestima capilar en entredicho. El psicoanalista canadiense Elliot Jacques fue el primero que habló de crisis de la mediana edad, en 1965. Los años pasan, el cuerpo cambia y uno empieza a ser consciente de que lo que no pudo ser ya no será. Las abuelas recurren a la sabiduría para recordar quede los 40 para arriba no te mojes la barriga o que siempre quiebra el hilo por lo más fino.
Iglesias sacrificó su coleta e inició el duelo por la juventud que deja atrás. Existe el riesgo de querer vivir una segunda edad del pavo con todas sus consecuencias: rebeldía, gustos incongruentes u obsesión por el físico, por citar algunas. En esta década aumentan los injertos capilares, crece el afán por el vegetarianismo y se disparan las ventas de descapotables, incluso cuando el bolsillo no lo permite. Tópicos y clichés aparte, la crisis de identidad de los cuarenta tiene raíces biológicas y culturales definidas. Afecta al 46% de los hombres.
Para la Psicología es una etapa apasionante y existen expresiones tan ocurrentes como la francesa «le démon de midi» o demonio del mediodía, que alude a otro de los efectos de esta crisis de los cuarenta, la tentación de infidelidad y la atracción por mujeres generalmente de menos edad que les devuelve ese anhelo de juventud. En su entrevista para «Vanity Fair», su pareja, la ministra Irene Montero, se ocupó de zanjar los rumores de Iglesias con una asesora: «Quien se inventa esas cosas no conoce nuestra vida. Cualquier que vea nuestra rutina se reiría mucho, como les ocurre a nuestros escoltas y a la gente que trabaja con nosotros». Aprovechó también para aclarar que ni el poliamor ni otra opción diferente a la heterosexualidad van con ella.
Al exvicepresidente este momento coincide con otra de las amenazas de manual, el séptimo año de relación sentimental, un momento de inflexión que podría tener una razón adaptativa en la evolución humana.
Las teorías de Carl Jung tienen reservado un motivo de regocijo para Iglesias porque, de acuerdo con sus conjeturas, podría por fin recuperar sin rubor esa parte femenina inconsciente o «anima», acallada durante la juventud y tan interpelada en la formación morada. Al final, bien gestionada, esta catarsis da lugar a crecimiento personal y nuevas oportunidades. Mal gestionada, produce depresión, ansiedad u otras patologías. Como decíamos al principio, no frivolicemos entonces con su pelo.
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