Opinión

Garamendi y el diputado popular de Sánchez

El debate de ayer en el Congreso –con su dramático final, provocado por el diputado popular Casero que se equivocó al votar(..!!)– con ocasión de la convalidación del R.D. Ley sobre la reforma laboral, fue un fiel reflejo de la situación política generada en España por el sanchismo al frente del Gobierno. Desde que se aprobó esta legislación, su derogación era para la izquierda un «compromiso inalienable» por considerarla «antisocial». Además, conseguirla mediante el dialogo social se había convertido para Sánchez en un icono, un logro cuasi histórico de su Gobierno.

Es emblemática al respecto una frase de ayer de la gran derrotada vicepresidenta y actual «lideresa comunista internacional»: «El no es no, no es propio de la política». Quizás fue una sutil manera de acusar recibo de las desautorizaciones a que le ha sometido el titular indiscutible del copyright de esta sentencia, que casualmente es Pedro Sánchez. Los sindicatos cosignatarios se pronunciaron tras finalizar el debate que siguieron desde la tribuna, no la de oradores, sino la de invitados VIP: «Surrealista sería criticar cuestiones que son ajenas al acuerdo», afirmó el secretario general de UGT, mientras su colega de CCOO lo calificó exultante nada menos como «la mayor mejora del mercado laboral en tres décadas».

Estuvo ausente Garamendi, que regresó anteayer de Abu Dabi en el avión de Sánchez, con el que ha compartido estas jornadas. Lástima que ayer no pudiera acompañar a los sindicalistas como VIP en el Congreso por un sobrevenido Covid. El ámbito del acuerdo fue criticado con dureza desde la tribuna por los socios de ese bloque de la censura –ERC, Bildu, BNG, incluso el PNV–, mientras salía adelante con la satisfacción de la CEOE de Garamendi y los votos «progresistas» de los difuntos Cs y PdeCat.

A destacar UPN, con sus dos diputados negándose a apoyar la reforma, pese a estar forzados a ello para no perder la alcaldía de Pamplona a manos de Bildu y el PSOE. Sin duda, en la surrealista sesión plenaria de ayer hay un vencedor, aunque por la mínima: Sánchez de la mano de la patronal convertida en el indiscutible cooperador necesario –junto a Casero– para esa jornada sanchista. Con la aprobación de los presupuestos y esta reforma exigida para recibir los Fondos Europeos, Sánchez puede afirmar exultante que las elecciones serán en 2024, tras su semestre de líder europeo que finaliza en diciembre de 2023, con una legislatura de cuatro años y alargada. Así que otros dos años de pesadilla con sus socios disgustados, pero gracias a Arrimadas y Garamendi, y sobre todo a Casero, como nuevos aliados de su gobierno socialcomunista.