Rechazo
Grande-Marlaska: detalles del político repudiado por la viuda del agente asesinado en Barbate
Según su autobiografía, al ministro de Interior le define una sensibilidad que no ha encontrado la esposa doliente
Fernando Grande-Marlaska sabe cómo salir airoso del alud de críticas que le van reportando sus adversarios desde que ejerce como ministro de Interior. Pero esta vez ha sido una ciudadana común que acaba de perder a su marido, uno de los dos agentes de la Guardia Civil asesinados por una narcolancha en Barbate (Cádiz) quien le ha plantado cara negándole la imposición de la medalla sobre el féretro.
La viuda de David Pérez Carracedo no se ha dejado impresionar por el gesto sosegado y apacible de este político de 61 años cuando se disponía a condecorarle a título póstumo.
No era esta la respuesta esperada, pero no ha trascendido si el ministro ha tenido alguna reacción emocional al dolor de esta mujer. La escena es muy simbólica desde el punto de vista humano y pone en el foco, una vez más, a este político, pero esta vez como hombre del que se espera sensibilidad, la piedra angular de la política. ¿Quién es y qué se sabe de él como ciudadano corriente, en lo cotidiano y más personal?
Nació en Bilbao el 26 de julio de 1963 y vive en el barrio madrileño de Chueca con su marido, Gorka Arotz. Su padre, Avelino Grande, fue policía municipal y su madre costurera. Además de Fernando, el matrimonio tuvo dos hijas. Ingresó en la carrera judicial en 1987 y hasta 1989 prestó servicio en el Juzgado de primera instancia de Santoña, en Cantabria. Después de ejercer en el País Vasco durante varios, en 2003 pasó a ser titular en el Juzgado de Instrucción nº36 de Madrid. En 2004 llegó a la Audiencia Nacional como magistrado sustituto del juez Baltasar Garzón, en el Juzgado Central de Instrucción nº5.
A Gorka le conoció en 1997 y en 2005 contrajeron matrimonio. Ambos protagonizaron una de las primeras bodas gay que hubo en nuestro país. Es filólogo y natural del País Vasco, como él. En las crónicas que se publicaron con motivo del enlace se dibujó un amor a primera vista sazonado por ese punto transgresor que aún tenían las relaciones homosexuales. Una semana después de conocerse se fueron a vivir juntos.
Renunció a la paternidad por amor
Por él, Marlaska declinó la idea de paternidad en pleno proceso de adopción. "Renuncié a ser padre porque Gorka, mi marido, que es profesor y está en contacto con adolescentes, tenía muy claro que no quería tener hijos", declaró en una entrevista para La Opinión de A Coruña. Prefirió, según indicó, la estabilidad vital que Gorka representaba para él “por encima de cualquier otra consideración". Son amantes de los animales y el deporte y pasan mucho tiempo en la sierra madrileña, donde la pareja disfruta de una segunda residencia. Allí dejan que su fox terrier, Pepa, y dos galgos adoptados, Martina y Duende, se diviertan con libertad.
En 2016 relató su propia autobiografía en "Ni pena ni miedo. Un juez, una vida y la lucha por ser quienes somos". Ese lema, "Ni pena ni miedo", se lo inspiró un poema del escritor chileno Raúl Zurita y ha definido su vida, hasta el punto de llevarlo tatuado en su muñeca. "He sido un hombre con suerte, creo. Bueno, según... Si se entiende que no es buena suerte la incomprensión total del entorno familiar más próximo a la hora de desvelar mi identidad sexual", escribió en este libro.
Relató también su despertar a la sexualidad. "A eso de los nueve o diez años empecé yo a tener una vaga conciencia de mis apetencias sexuales. Aún no era una atracción erótica, pero sí que sentía algo especial. Y no debía vivirlo yo como algo muy normal, de otro modo habría sido más natural [...] Tenía la necesidad, por ejemplo, de llamar por teléfono a algún compañero de colegio muy especial para mí y buscaba un pretexto escolar para hacerlo, aunque de sobra sabía yo que lo que quería era charlar un rato y escuchar su voz". Aquella represión terminó a los 25 años, cuando se trasladó a Madrid, a la escuela judicial. "Por entonces me declaré gay por primera vez".
Pero tardó diez años más en revelar a su madre su homosexualidad, un episodio que también ocupa parte del libro."En fin, había que contárselo a mamá. Creí que había que hacerlo y lo hice, eufórico por mi recién estrenada relación con Gorka". Escogió una sobremesa apacible, compartiendo café, un 3 de febrero."Su reacción fue la peor posible: se agarró de los pelos, se metió en la cama vestida y estuvo quince días sin salir". Al cabo de un tiempo fue ella quien volvió. "Fue ella quien, como siempre había pasado, entendió que aquella ruptura no podía ser". El reencuentro llegó y fue como la salida de una “larga condena”. A su yerno le fue cogiendo cariño y llegó a quererle “muchísimo”.
Cuesta reconocer al hombre que escribió estas líneas en el rostro que saluda con frialdad a los familiares de las víctimas de Barbate. Hace tiempo que dejó de ser el magistrado cool, el hombre de moda de la judicatura española.
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