Opinión

Los sábados de Lomana: La edad de la inocencia

Cuando era niña, Carmen se preocupaba de que todos los niños tuviesen su regalo el 6 de enero: "Me sentía importante y feliz pudiendo ayudar. Lo que no me daba cuenta era de la contradicción. ¿Había juguetes para todos o no?"

El rey Baltasar en la cabalgata de Madrid de 2023.
El rey Baltasar en la cabalgata de Madrid de 2023.David JarLa Razón

No olvidaré ese día 5 de enero, para mí era el más bonito y excitante del año. Desde que me despertaba sabía que era el mejor porque quedaba un día entero para seguir soñando y pensando si los Reyes Magos serían capaces de encontrar mi casa y no confundirse con mis regalos y los de otros niños. Siempre encontraba la respuesta a todas mis dudas en una palabra: ¡Magos! Son magos y por eso son capaces de lograr lo más difícil. La vida, cuando yo era pequeña era mucho más apacible y tranquila. Me gustaba mucho escuchar en un programa de radio que oía con mis padres que, un mes antes, se recaudaba dinero y juguetes para que los niños que estaban en hospitales o a los que sus papás no podían escribir cartas también tuviesen regalos. La edad de la inocencia. Yo llamaba siempre dando un buen donativo de parte de mis papás. Me sentía importante y feliz pudiendo ayudar. Lo que no me daba cuenta era de la contradicción. ¿Había juguetes para todos o no?

El día 5, después de comer, nos vestían súper arreglados para ir al teatro. Había una función especial para niños y, al final, aparecían los Reyes Magos, esos sabios maravillosos que iban a despejar todas mis dudas respecto a si ya tenían mi carta y si eran capaces de reconocerme. Mi Rey siempre fue Gaspar. Estaba segura de que me conocía, siempre me llamaba por mi nombre. Mi tata Fermina, a la que adoraba, era la que nos llevaba al teatro a mis hermanos y a mí, pero yo, como era la mayor, me ponía la primera en la fila por el pasillo para saludar y que me viesen bien. La emoción era tan enorme que jamás olvidaré ese momento.

Cabalgata Reyes Magos en Barcelona
Cabalgata Reyes Magos en BarcelonaAYTO BARCELONA

Mi memoria visual es enorme, recuerdo todo con gran nitidez. Al salir del teatro íbamos a casa a buscar a mis padres, que nos acompañaban a la Cabalgata. Ese era el momento cumbre. Pajes de escolta vestidos a la usanza de la época con antorchas de fuego. Los Reyes Magos, a caballo, y yo desgañitándome a gritos para decirles cuánto les quería. Mi madre al cabo del tiempo me decía que pasaba vergüenza conmigo, porque ya era muy alta y parecía adolescente pero seguía con el mismo entusiasmo. A mí, que nadie me dijese que eran los padres los que compraban los regalos, porque no me lo creía. Ese plan no me interesaba nada. Mamá siempre me preguntaba si había algo que se me había olvidado poner en la carta y que me hiciese ilusión, que ella haría de mensajera y se lo diría a Sus Majestades.

Un año me empeñé en que quería lo que se llama un verdugo de punto, que debía ser una prenda que «molaba» mucho entre las niñas, pero no lo había pedido. Sin embargo, ¡oh milagro! apareció el día 6 entre los regalos. ¡Esa mañana del 6 era sublime! Con nuestras caritas pegadas a la puerta de cristal del salón, cerrado con llave esperando que mis padres se levantasen para ver los regalos. Ahí se desataba la locura de abrir paquetes, leer cartas que nos habían escrito los Reyes, comprobar cómo habían tomado la comida y bebida que les habíamos dejado. ¡Pobrecitos! pensaba, debían estar muy cansados. Eran tan generosos que solo unos Magos podían gastarse tanto dinero en juguetes, libros, ropa y todo lo que habíamos pedido y más. Nunca agradeceré suficiente a mis padres su cariño, su forma de hacernos soñar y de querernos tanto. Hasta el punto de que jamás olvidaré estas fechas del año. No me pierdo la Cabalgata y me hace feliz ir con mis sobrinos nietos y mirar sus caras de felicidad y asombro. ¡Que nunca perdamos la inocencia de esa noche de Reyes!