Cinco años de espera
El testamento de Aretha Franklin encontrado bajo un sofá es el bueno: así se reparten sus 80 millones
Los cuatro hijos de la cantante estaban en pie de guerra por ver cómo se repartían su patrimonio. El mayor beneficiado ha sido Kecalf
Han pasado ya casi cinco años desde la muerte de Aretha Franklin, que perdió la vida el pasado 2018 a los 76 años. Sin embargo, no con ello llegó el descanso, al menos no para sus herederos, que en su lugar iniciaron una batalla por ver cómo se repartían los 80 millones de dólares en los que estima la fortuna de la artista. El motivo de tanta disputa y de no llegar a un acuerdo entre sus seres queridos es que la cantante no terminó nunca de formalizar sus últimas voluntades y a quién legaba su ingente patrimonio. Sí hizo amagos de poner en orden estas cuestiones, pues llegó a redactar hasta tres versiones distintas de su testamento, aunque ninguna de ellas acabó formalizada. Esto ha hecho que los suyos tengan diferentes formas de entender cómo repartirse sus recuerdos, pero tan solo un juez podría dictar sentencia.
Han sido necesarios cinco años y un juicio para que un tribunal decida quien sale vencedor en el reparto de la herencia de Aretha Franklin. Finalmente, el juez ha determinado que el testamente válido y que tendrá en cuenta será aquel fechado en 2014. Ese que fue encontrado oculto bajo los cojines de un sofá y que ha sustituido a ese otro que se redactó en 2010 y que ahora ha sido rechazado formalmente. Y es que no resulta tan sencillo repartir los 80 millones de dólares que amasó la artista a lo largo de los años, pese a que sus herederos principales son sus cuatro hijos.
Ahora bien, dos de ellos han resultado beneficiados frente a los otros dos con la elección del testamento de 2014 como el bueno, frente a otro fechado en 2010. Sus vástagos son fruto de distintas relaciones y ante la falta de acuerdo y de una versión de sus últimas voluntades en firme, acabaron a la gresca. Ahora Edward y Kecalf se sienten felices de que un tribunal haya dado por bueno el que ellos defendían.
No diferenciaba mucho uno de otro, pero un detalle les mantenía en estado de pánico, porque el del 2010 establecía que tan solo podrían acceder a lo correspondiente de su fortuna si hincaban codos. Según la agencia AP, les obligaba a “tomar lecciones sobre negocios y a obtener un certificado o un grado”, pues tendrían que decidir sobre la gestión de un ingente patrimonio y el legado de su madre. También beneficia a Kecalf porque le hace propietario de la mansión de Bloomfield Hills y cuatro coches de alta gama. De ahí que haya terminado reconociendo que está “muy feliz, porque han sido cinco años muy largos y ahora podemos tener un respiro. Es algo muy bueno”, reconocía tras aclararse el conflicto.
Pese a todo, ambas versiones del testamento era un tanto irregulares. Ninguna llegó a formalizarse y son más un listado manuscrito que un legado en sí. Además, contaban con muchos tachones e infinidad de notas a los márgenes, lo que los hacían más difíciles de interpretar. Es más, tampoco habían sido supervisados por un notario y no había una tercera persona que firmase el documento para certificar que haya podido ser manipulado. Pese a ello, finalmente con la versión de 2014, se reconoce que los tres hijos menores reciban la misma cuantía de dinero y también en cuanto a los royalties que genere la música de Aretha Franklin. Pero no será igual para Clarence, el mayor de los cuatro hijos, que sufre una enfermedad mental y está bajo tutela. Sus hermanos han acordado ayudarle económicamente para que no le falte de nada en ausencia de su madre.
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