En el campo

Las vacaciones rurales -y familiares- de Ana Botín: así está siendo el verano de la española más poderosa del mundo

La presidenta del Banco Santander ha disfrutado de unos días desconexión entre perros, gallinas y ovejas en su Cantabria natal

Ana Botín, presidenta del Banco Santander
Ana Botín, presidenta del Banco SantanderGtres

Ana Botín no solo dirige uno de los bancos más grandes de Europa, sino que se ha convertido en un símbolo del liderazgo femenino en las altas esferas del poder económico global. Presidenta ejecutiva del Banco Santander desde 2014, tras la repentina muerte de su padre, Botín ha transformado la entidad con una visión moderna, enfocada en la digitalización, la sostenibilidad y la inclusión financiera.

Bajo su liderazgo, el Santander ha reforzado su posición en mercados clave como Brasil, Reino Unido y Estados Unidos, pero su influencia va mucho más allá del parqué: es miembro activa del Foro Económico Mundial, del grupo Bilderberg y desde 2021, la primera mujer en presidir la Federación Bancaria Europea.

Con una retribución total que en 2024 superó los 13,7 millones de euros, Ana Botín no solo encarna el poder, sino también el éxito financiero. Su fondo de pensiones acumula ya más de 54 millones de euros, una cifra que da cuenta de su peso en el sector bancario.

De este modo, no es aleatorio que “Forbes” la haya nombrado, una vez más, como la única española en su codiciada lista de las 100 mujeres más poderosas del mundo, situándola en el puesto 15.

Con estos datos sobre la mesa, cualquiera imaginaría que las vacaciones de Ana Botín transcurren entre exclusivos resorts en Dubái o a bordo de un superyate surcando las aguas turquesa de Saint-Tropez. Pero la realidad -fiel al perfil bajo que ha cultivado durante toda su carrera- es bien distinta.

Siguiendo la filosofía del “lujo silencioso” que ha heredado de su familia, la presidenta del Banco Santander elige la discreción frente al exceso, la conexión con la naturaleza antes que el oropel de la ostentación. Este verano, Botín ha cambiado los trajes ejecutivos por ropa técnica de montaña, una mochila de senderismo y un bastón de peregrina. En compañía de su hermana Paloma y su cuñado, Ricardo Gómez-Acebo -quien, por cierto, ejerció de improvisado chef preparando unas chuletas de cordero caseras-, ha pasado unos días en la Vega de Pas, en el corazón de su Cantabria natal.

Allí se alojaron en las Cabañas de Pax, un complejo rural sostenible con apenas tres construcciones dispersas en el valle, rodeadas de pastos para ganado ovino y vacuno. Un retiro sin lujos superfluos pero con todas las comodidades necesarias, donde reina el silencio, la intimidad y el valor de lo esencial.

A diferencia de muchos altos ejecutivos que optan por experiencias reservadas a una élite, Botín demuestra que desconectar del mundo -y reconectar con uno mismo- no siempre requiere un desembolso millonario: dormir en una de estas cabañas cuesta desde 200 euros la noche hasta 500 si se trata de la más exclusiva, pero para gustos, colores.