Europa

Hamburgo

La última Copa es para Antonio

La última Copa es para Antonio
La última Copa es para Antoniolarazon

Bucarest- Gabi saltó el primero al campo con el brazalete puesto, era el capitán por eliminación. Perea no estaba convocado, tampoco estaba Domínguez en la alineación, pero el que faltaba, sobre todo, era Antonio López. El verdadero capitán del Atlético recibió hace una semana el homenaje del club. El hombre que en Hamburgo recogió la primera copa europea del Atlético en 48 años, se despedía como nunca debe despedirse un capitán. Con ropa de calle, como Perea, recogió el cariño del Calderón antes de enfrentarse a la Real Sociedad.

Le faltaba el homenaje real, el que le dieron ayer sus compañeros cuando Gabi le cedió el brazalete y el honor de recoger la Copa. Antonio nunca lo ha tenido fácil para defender su capitanía en el Atlético. Cuando se marchó Torres, el club despreció el sentimiento atlético para elegir capitán a Maxi. Antonio seguía siendo el capitán, pero el brazalete en los partidos era para el argentino. Y después de recoger la Copa en Hamburgo y ser uno de los jugadores importantes de aquel título, tuvo que ver desde el banquillo la Supercopa contra el Inter. Igual que ayer, aunque el de ayer era un partido con un sentimiento especial. Era el último del capitán en Europa, el final de una carrera en rojo y blanco.

En el césped, ya como campeones, cada uno lucía su bandera. Falcao, con la de Colombia sobre los hombros a modo de capa, se abrazaba a Godín, que lucía con orgullo la de Uruguay. Como Assunçao la brasileña. Antonio López, con la bandera española atada a la cintura, ondeaba una bufanda del Atlético, el símbolo del club del que se despide de manera improvisada, aunque hace tiempo que sabía que no iba a continuar. Junto a él, las bufandas de los otros canteranos: Koke, Domínguez y Gabi, el hombre que le había devuelto el brazalete para la ceremonia del éxito.

Antonio aguantó sobre el césped hasta el final. Era la fiesta de todos, pero era sobre todo su fiesta. Bailaba y cantaba porque ya no habrá más días como el de ayer. Hoy, cuando el equipo desfile por las calles de Madrid, serán sus manos las que ofrezcan el triunfo a las autoridades humanas y divinas, y no por ese orden –primero la Almudena, después el Ayuntamiento y la Comunidad para concluir antes del festejo de verdad sobre la estatua de Neptuno–. «La Copa la hemos recogido los dos», explicaba Gabi a la salida del vestuario, ya con su medalla colgada del cuello. «El brazalete le correspondía a él. Él es el capitán», decía el «14» con una sonrisa.
Desde que llegó, Simeone ha insistido en las dificultades que le ocasionaba no poder contar durante todo el curso con Silvio, lateral derecho, y con Antonio López, lateral izquierdo, y la exigencia que suponía para los dos laterales disponibles, Juanfran y Filipe Luis. «Cada uno, desde sus cualidades, ha hecho lo que debía en el partido», reconocía el preparador argentino después de la final. Y el trabajo del «3» era recoger la Copa. No pudo despedirse desde el campo, pero lo hizo como debía, con los brazos en alto y la sonrisa en los labios. Otra vez, dos años después, era campeón de Europa.