Melilla

«Si no hay pescado fresco comeremos latas de atún»

El plan para dejar desabastecida a Melilla de productos de primera necesidad sigue adelante. A partir de la noche del próximo martes, los camiones que surten los mercados de la ciudad harán un parón que se prolongará durante cuatro días. El pescado, la fruta y la verdura no llegarán a los puestos y causarán un grave perjuicio económico a los comerciantes, que padecen la crisis desde hace meses.

«Si no hay pescado fresco, comeremos latas de atún»
«Si no hay pescado fresco, comeremos latas de atún»larazon

Aisa tiene 50 años y lleva casi 30 sin faltar un solo día a su cita con la clientela. Dice que «a nosotros todo esto nos viene fatal. Perdemos mucho dinero, y eso que las ventas llevan meses cayendo en picado. La mitad de la mercancía viene de Marruecos».


En esta huelga los mayoristas tienen las de perder. Los mercaderes que cruzan de Beni-Enzar para vender al menudeo de forma ilegal no pagarán el pato. «Aquí ya estábamos muertos antes del bloqueo. El mercado no funciona, dejan que se pongan en la puerta los marroquíes que venden a pequeña escala y nos fastidian el negocio. Estos de fuera no pagan como autónomos ni nada», se lamenta Mohamed, sentado a la puerta de su tienda vacía. Este melillense sólo quiere alargar dos años más la «muerte lenta» de su pequeño negocio para retirarse y disfrutar de la jubilación.


El mercado central funcionaba ayer al ritmo suave de cualquier mañana de sábado. Un pareja de españoles cargados con bolsas se resigna a lo que les espera. «Pues si no hay pescado, comeremos latas de atún o de sardinas. Desde luego, de hambre no nos vamos a morir a estas alturas», comenta con sorna el marido.


Al bloqueo de alimentos se unirá el de material de obra, sobre todo cemento y ladrillos, durante quince días. Las zanjas abiertas que pueblan las calles de esta ciudad blanca tendrán que esperar hasta septiembre.


Paro en el servicio doméstico
Tampoco se espera que las marroquíes del servicio doméstico trabajen durante 48 horas. María se queja de que «las abuelas tendrán que cuidar a los nietos y atender la casa. Tendremos que apañarnos para ir a trabajar, pero desde luego es una faena». Muchas de las asistentas, eso sí, tratarán de quedarse a dormir en casa de algún familiar en Melilla para no faltar a las casas.


Regina, madre de tres niños, se encoge de hombros: «Qué se le va a hacer, si a las criaturas no les dejan venir… Y eso que tienen todos sus papeles en regla, ¿eh?». Es evidente que ni a ellas ni a los camioneros les ha preguntado nadie si quieren protestar por la «brutalidad policial» española en la frontera de Melilla. Ésta es la excusa de las «asociaciones civiles» para dejar sin productos frescos a los 75.000 habitantes de la antigua Rusadir.