Bilbao
Repetición del engaño
Honestidad revolucionaria». Tremenda afirmación en boca de quien fue condenado y cumplió prisión por secuestrar a un industrial. Desde la óptica de ETA, a la que Arnaldo Otegi pertenecía, ese delito formaba parte también de la «honestidad revolucionaria»: atacar al capital y devolver las libertades al pueblo vasco.
Otegi es de todo, menos tonto, y probablemente, de los más listos de su clase. La llamada «izquierda abertzale», de la que forma parte la banda (el portavoz abetzale lo reconoció en el juicio) ha urdido una estrategia para que el caso Bateragune termine con absoluciones de los imputados. No es nuevo. Cuando a ETA le sale bien una cosa, suele repetirla y el engaño ya comenzó durante el alto el fuego de 1998–1999, para que la «mesa nacional» de Batasuna fuera puesta en libertad. Lo acordó, qué cosas, el TC, el mismo organismo que ha aprobado las listas de Bildu y ha permitido a Otegi, en plan vasco, aunque no sea de Bilbao, reivindicar ayer ser la mente pensante del nuevo «proceso». Estamos ante la repetición de la jugada, se vista de «honestidad revolucionaria» o, lo que resultaría cómico si no fuera trágico, de enfrentamiento de Otegi y Díez Usabiaga con los malos malísimos de ETA, a los que han vencido con sus armas argumentales. En el «proceso» de 1998–1999 fue LA RAZÓN, que acababa de nacer, el único medio (se pueden repasar las hemerotecas) que denunció la trampa de ETA. Al principio, estábamos solos, aunque, justo es decirlo, los gobernantes de entonces del Partido Popular no tardaron en poner freno a algunas iniciativas que habían adoptado. Ahora es el PSOE el que está en el poder y quiere, a toda costa, llegar a las elecciones generales sin atentados de ETA. Rajoy y los suyos lo deben tener en cuenta, no vaya a ser que su conocido patriotismo en asuntos de lucha antiterrorista le cueste, si gana los comicios, tener que luchar con una ETA reforzada y con un brazo político, Bildu, más poderoso que el que había en 1998.
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