Nueva York

Hablemos de dinero

La Razón
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Merece la pena. El tópico del interés catalán por el dinero es cierto. No hay de que avergonzarse. Gracias a él, y no siendo tampoco ajena su pertenencia a España, Cataluña alcanzó en 2011 un PIB per cápita de 27.430€(un 18% más que la media de España). Se nos dice, y de momento va «colando»: hay un clamoroso expolio fiscal. No se invierte en el Principado en infraestructuras. Se nos discrimina frente al País Vasco y Navarra. Ello no sucede ni en Alemania ni en EE UU. Conclusión: económicamente nos interesa la independencia.

Es lamentable que no se contrasten desde el rigor estas afirmaciones y que el destino y bienestar de millones de personas pueda ponerse en juego porque se supone que es verdad simplemente por quién lo dice. Los números son números y hay que interpretarlos y contextualizarlos. Veamos.

El cálculo del déficit fiscal (lo que detrae y retorna la fiscalidad central) varía sustancialmente según el sistema que se aplique. No pienso cansar al lector, pero para que se haga una idea para fijar el saldo de la balanza fiscal de un territorio frente a la Administración central existen, entre otros, dos sistemas en juego, de composición y explicación compleja: flujo monetario (ingreso-gasto), y carga-beneficio. Además, cada uno de estos sistemas ofrece a su vez dos resultados distintos, utilizando o no el denominado método de «neutralización» a través de incorporar o detraer al cálculo en cuestión, el déficit o superávit presupuestario de la Administración central en la parte asignada a cada territorio, por PIB, por población o por lo que se quiera, lo que también, a su vez, produce diferencias.

Un lío para el común de los mortales, ya que además de las enormes disparidades que arroja cada método, si se modifican las cifras vía lo que se denomina «neutralización» (que aunque suene muy bien es un engendro), los resultados de cada sistema arrojan, para un mismo territorio, diferencias brutales según sea la coyuntura económica general en un momento determinado. Para que resulte fácil: cuando se utiliza el método de «neutralización» resulta evidente que si la Administración central tiene déficit presupuestario (es ahora el caso) el déficit fiscal de un territorio contribuyente neto, sea cual sea el sistema base de cálculo, se incrementa y cuando hay superávit lo que era déficit fiscal puede ser absorbido y pasar a ser superávit para el territorio en cuestión. Es un sistema de cálculo perverso (nunca se utiliza cuando hay superávit; no interesa) porque además no tiene en cuenta, (a) la absorción del déficit por la Administración central vía el ajuste en gastos y presupone que todo se trasladará vía aumento de la carga fiscal, lo que no deja de ser mucha presunción y (b) los diferenciales con otros territorios, sean los que fueren se mantienen igual en términos proporcionales, ya que puestos a comparar habrá que ser homogéneos. Lo que sucede es que la cifra resultante es más llamativa y parece como si las otras comunidades no tuvieran que absorber su parte relativa de ese déficit presupuestario de la Administración central.

Claro, ahora interesa (hasta ahora no se ha venido utilizando) «neutralizar» las cifras simplemente para justificar lo injustificable. Pero da igual, veamos y para que no se cuestione, datos de la propia Generalitat, por más que sesgados, para el global del Principado[1]:
Cifras 2009 (s/d. 2010 y 2011) sin «neutralizar»: por flujo monetario: -791 millones; por carga-beneficio: +4.015 millones. ¡Es decir que Cataluña fue receptor neto en 2009 por este significativo importe! Según este método de cálculo que resulta, además, que fue el aprobado unánimemente por la comisión de expertos creada por la Generalitat en octubre de 2.004[2], que reconoció que aún siendo más fácil computar el saldo por el sistema de flujo monetario, concluía que el sistema carga-beneficio, para establecer la balanza fiscal, es el más adecuado para analizar la acción del sector público en términos redistributivos y de equidad.
Lamento aburrir con más cifras, pero a eso estamos ahora obligados. La «neutralización» por déficit/superávit presupuestario nacional de las cifras objetivas indicadas se vuelve contra quien la sostiene, a poco que se quiera ser congruente cuando, a la vez se nos compara con otros sistemas para justificar la situación discriminatoria.

Así, «neutralizando», deberíamos decirle al estado de Nueva York (8% del PIB USA) que, además de ser contribuyente neto con el Gobierno Federal (unos 0,20 céntimos por cada dólar aportado al Gobierno Federal), que al déficit resultante per cápita sin «neutralizar», sea cual fuese, tendría que añadirse para «neutralizarlo» (8% de 1,3 billones de dólares de déficit presupuestario USA en 2011 entre sus 19 millones de habitantes) la friolera de 5.474 dólares (unos 4.210 euros) por ciudadano.

«Neutralizando» las cifras antes referidas de Cataluña (-791€y +4.015) el déficit per cápita en Cataluña en 2009 sería, respectivamente, de -2.251€y de -1.545, un 53% inferior al déficit fiscal per cápita (en el mejor de los casos, así calculado, y sin tener en cuenta la base del déficit fiscal corriente) que soportan los ciudadanos del estado de Nueva York, cuando el PIB per cápita en Cataluña es sólo un 27% inferior al de los ciudadanos de ese estado federal. Ridículo que se quiera sostener el expolio fiscal en este tipo de análisis y más para sustentar una propuesta secesionista.
De todas formas, y puestos a hacer números, bueno sería que la Generalitat publicase, las balanzas fiscales internas «neutralizadas» con Barcelona, Gerona, Tarragona y Lérida. ¿Por qué no lo hace? ¿Y por qué tampoco nos facilitan el dato «neutralizado» por catalán, que resultaría entre un 5% y un 6,5% más sobre el total déficit per cápita antes referido si se incorpora el déficit presupuestario de la Generalitat?

Los números dan para todo y las series anuales agregadas también. Qué duda cabe que Cataluña (sus ciudadanos y empresas), junto con otros territorios ha venido siendo contribuyente neto de la Administración central en épocas de bonanza o, cuando menos, no de crisis tan profunda. No puede ser de otra manera. El principio de justicia distributiva individual, que nadie discute, (pero resulta que sí se cuestiona cuando se establece agregadamente) establece que paga más quien más genera, pero nótese que cuando ha venido la época de las vacas flacas y fruto, por qué no decirlo, de la evolución en las relaciones con la Administración central y de los nuevos sistemas de financiación autonómica, resulta que Cataluña obtiene unos recursos por habitante ajustado en términos homogéneos y a igual esfuerzo fiscal que son el 3,6% superiores a la media del resto de comunidades[3].
Reproduzco, porque no tiene desperdicio, lo que textualmente indican los técnicos de Generalitat cuando refieren su conclusión sobre el déficit fiscal: «En los dos últimos años de la serie (2008-2009) se reduce de forma muy significativa el déficit fiscal de Catalunya con la Administración central hasta suponer -109 euros por habitante y el 0,4% del PIB de Catalunya»[4]. Cuando vienen mal dadas resulta que el sistema favorece a Cataluña. España ¡Explícalo! ¡Cataluña exige la verdad!

Sigamos. Cataluña, no puedes ni debes desconocer que España es tu principal «cliente» y que los impuestos que pagamos los catalanes se conforman (si se quiere al 50%, 47% según datos de la Generalitat) por los ingresos globales que obtenemos del resto del reino por la venta de bienes y servicios. Es «contra natura» pretender seguir vendiendo igual a tu «cliente» preferente y no contribuir a su crecimiento y capacidad adquisitiva; el mal gasto es otra historia y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Si quieres, Cataluña, puedes enfocar la cuestión, cual fenicio viendo sólo lo que le interesa, pensando que los excesos, si alguno, de lo que contribuyes, son como un rappel por cantidad o simplemente como inversión. Pero vamos a ver, ¿qué ha venido haciendo la propia UE (Alemania) con los países menos desarrollados que se han incorporado al mercado único? Pues simplemente realizar aportaciones financieras (por muy diversos sistemas) no retornables directamente, pero sí indirectamente a través de las posteriores compras de bienes y servicios de esos territorios incorporados o con déficit de desarrollo. ¡Está todo inventado!

Cierto es que ha habido desequilibrios históricos en el terreno de las infraestructuras que han obedecido a muy diversos motivos (necesaria cohesión territorial, déficits clamorosos…), pero aun asumiendo agravios, ¿cómo es que tú, gobernante mesiánico, no nos dices lo que hasta tus técnicos reconocen? Entre 2001-2012, Cataluña ha sido la segunda comunidad en asignación de inversión en términos absolutos (14,6%), sólo por detrás de Andalucía y casi un punto más que Madrid. Pretender que encima hay que referenciar la inversión al PIB es lo mismo que decir que el contribuyente que paga más impuestos debe de recibir más prestaciones o inversiones del Estado ya que, en otro caso, el modelo es injusto. La verdad no se entiende.

Por favor, si no se quiere hablar de solidaridad y el nivel de desafecto resulta tan alto, al menos Cataluña piensa en el bolsillo, pero haz los números bien y sobre todo trata con mucho cariño a tu principal «cliente», regatea si quieres, pero hazlo desde la lealtad, no vaya a ser que el Moisés catalán se decida a «separar» las aguas y a mitad de camino perezcamos ahogados. España ni se te ocurra boicotear los productos catalanes. Esto es, por el momento, cosa nuestra y tenemos que arreglar el desaguisado entre nosotros. Ayúdanos, pero no la líes más. A pesar de que no resulte elegante, seguiré hablando de dinero.