El Transistor de Telmo

Vivimos días de renovación para el verdejo. Existen nuevas propuestas que bien podemos calificar de autor en el exitoso mundo del blanco de Rueda. Algún día hablaremos de Caraballas, un verdejo de finca con una profundidad insólita, pero ahora toca resaltar la penúltima aventura de Telmo Rodríguez. Este inquieto bodeguero de estirpe riojana elabora un curioso vino que debe su nombre a los transistores que se colocan en los viñedos para espantar a los jabalíes. Telmo y su compañía de vinos, después de elaborar Basa, un singular Rueda, decide comprometerse aún más con la pureza de la uva verdejo, para crear así un vino en barrica. Su precio, de 15 euros, podría despistar a los no iniciados, aunque la autenticidad de sus notas merece mucho la pena. Este ejemplar se traza sobre lo genuino de la verdejo, sin olvidar el hinojo con una persistencia que ya casi había desaparecido en estos vinos blancos, hoy de mucho trasiego, de entrada fina, sin aristas y con buena presencia, el Transistor tiene un desarrollo pausado a medida que lo calentamos. Sobresalen sus pinceladas de avellana, orejones y unos increíbles ahumados que pregonan la expresión final. Pero, lo mejor que tiene este vino es su paso de boca, ya que no es ni empalagoso ni cansino y consigue enamorar para beber solo o en compañía.

Una vez más, Telmo Rodríguez ha afinado su paleta de pintor enológico y su sabiduría como viticultor a la hora de elegir unos viñedos distintos. No existe la casualidad para un creador de vinos que acierta a pesar de lo extraño del reto.