Barcelona
Y siempre invita Rajoy
Sus vecinos de Pontevedra mantienen su fe en el presidente y le echan de menos
Pontevedra- La media maratón recorre Pontevedra, entre los aplausos de los familiares de los corredores, los pocos espectadores que tiene la carrera. Hay que cruzar la carretera con más cuidado que si hubiese coches, porque no paran de pasar corredores. La mitad de la ciudad está cortada al tráfico. Son las diez de la mañana y se está tomando con mucha calma el día de las elecciones. En los bares no se habla de a quién se ha votado, sino que se piden cervezas para los que han corrido los más de veinte kilómetros y se lee el «Marca» y se comenta el partido del sábado entre el Deportivo y el Barcelona. Sin colas en los colegios electorales y con una abstención a media mañana superior a la de otras citas con las urnas, la ciudad en la que Rajoy comenzó su carrera política no parecía muy preocupada por ir a votar en las autonómicas de ayer.
«Galicia es un feudo del PP», aseguraba una interventora en uno de los colegios. Por eso, ayer Galicia y más concretamente Pontevedra, donde Rajoy fue presidente de la Diputación Provincial, valían como prueba si en los votos o no a Feijóo había también un voto de castigo o no a las políticas de recorte que está aplicando el Gobierno del Partido Popular.
En el colegio Salvador Moreno depositó su papeleta Pilar Rojo, la presidenta del Parlamento gallego y amiga de Rajoy. El colegio está en la calle Rosalía de Castro, donde tiene la casa el padre del presidente del Gobierno, y es el mismo colegio al que iban a votar padre e hijo cuando ambos estaban censados en esta ciudad. «La política y los políticos no están en los mejores índices de valoración» –asegura Pilar Rojo–, «pero es a través de la política como se pueden cambiar las cosas». La tranquilidad en la puerta era absoluta y sólo esperaban un poco de movimiento cuando acabase la misa que se celebraba en la capilla del colegio. Los vecinos que se acercaban a votar recordaban al padre de Rajoy paseando por la ciudad hace meses, aunque había diversidad de opiniones respecto al voto que iban a ejercer y a las políticas de gobierno. «Pero esto es como cuando vas al médico y te dice que tienes el brazo gangrenado. Es malo cortártelo, ¿verdad?, pero es peor no hacerlo y que se te infecte el resto del cuerpo», explicaba muy gráficamente Jose María de Cabo, copropietario del Hotel Rías Bajas, en el centro de la ciudad, el lugar donde Rajoy solía quedar por las tardes para fumarse un puro, pues aún se podía, y jugar al tute con sus amigos.
Pontevedra es una ciudad donde las elecciones las gana el Partido Popular, pero en la que gobierna la izquierda. Es una ciudad dividida, en la que sin embargo existe una zona en la que Rajoy se siente como en su casa. Entre el bar Blanco y Negro, la Diputación Provincial y el Hotel Rías Bajas se encuentra la parcela de seguridad del presidente del Gobierno. «Éste es su territorio», decían ayer en el Blanco y Negro, donde Mariano Rajoy, como otros miembros de su partido, eran habituales para tomarse el aperitivo o donde acudía el actual presidente con su padre, en Nochebuena, antes de la cena.
La gente recuerda haber coincidido con Rajoy aquí o bien en Sanjenjo, su lugar de vacaciones, y ver juntos los partidos de fútbol, donde el presidente o su hijo mayor viven con pasión los partido del Madrid y del Deportivo de La Coruña. En esa parte de Pontevedra, votar a Feijóo es votar a Mariano Rajoy y votar Rajoy es casi ineludible: «Los gallegos somos muy nuestros y estamos orgullosos de que sea presidente del Gobierno», explicaba Pilar Rojo, que, como la ministra Ana Pastor, pedía a la gente que «fuese a votar», quizá algo preocupadas por el poco movimiento que había en la ciudad durante todo el día. A diferencia de lo que le sucedía a Feijoó en Vigo, Ana Pastor votó sin problemas y entre moderada expectación en el colegio Campolongo, mientras iba saludando a los vecinos que se le acercaban y le daban dos besos. La ministra de Fomento le puso tensión a su voto. En vez de llegar con él metido en el sobre y en la mano, como sí hizo por ejemplo, Pilar Rojo, Pastor se metió en la cabina y tardó un rato en salir, como si se lo estuviese pensando. «No ha sido fácil encontrar la papeleta», comentó después. En Pontevedra no suele haber muchas sorpresas. Los vecinos te hacen la encuesta sin necesidad de preguntas, les vale la tradición y en los colegios Campolongo, Salvador Moreno y otros que están por la zona de la Diputación Provincial el voto suele ser popular.
En el colegio Salvador Moreno no estaban muy seguros de si iba a ir a votar el padre de Rajoy. Hace mucho que no le ven pasear y creen que está en Madrid. Dicen en Pontevedra, además, que a diferencia de otros veranos éste no se ha visto a Mariano Rajoy pasear por la ciudad ni parar en sus lugares habituales. «Supongo que se habrá quedado en Sanjenjo». No le han visto, como no le vieron la Navidad pasada y sospechan que no le van a ver mucho mientras dure la crisis y siga al mando del país. Pero si en otros lugares puede temer por las protestas públicas, no tiene nada que temer si pasa por Rosalía de Castro, por el Salvador Moreno o cerca del Blanco y Negro, donde cuando va y la terraza está llena más de la mitad se levanta para saludarle y él los conoce, cuenta Luis, uno de los camareros del local. «Y –añade– siempre invita él».
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