Política
OPINIÓN: Carmen
Casi dos siglos después de que Próspero Merimée inmortalizase el mito de Carmen, Sevilla se apresta a encumbrar a una tocaya suya, no gitana pero sí charnega, como secretaria general del Partido Socialista Obrero Español. Cuentan que esta niña llevó a la perdición a José Lizarrabengoa quien, ciego de celos, terminó matando en una pelea de machos a un bandolero conocido como «El Tuerto», que lo mismo asaltaba caminos que conspiraba para acaparar los derechos televisivos del fútbol. Los triángulos amorosos siempre acaban en tragedia porque la senda del crimen por celos es infinita, una vez se transita por ella. El antiguo agente del orden navarro (¿o era cántabro?) tampoco acepta los amoríos recientes de Carme(n) con el torero Lucas, anunciado en los carteles como el Niño de San Telmo. Hay afrentas que sólo se lavan con navaja cachicuerna y sangre, la que manará en abundancia este fin de semana en un hotel al que denominan Renacimiento por no llamar Sepultura, que es lo que cronológicamente viene antes de volver a nacer. En el PSOE cunde el espíritu del Ave Fénix porque se saben reducidos a cenizas pero los dos aspirantes a demiurgo fueron entusiastas cooperantes del pirómano. Acaban de soltar la tea ardiente y ya quieren agarrar la manguera.
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