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Crítica de libros

La mula del cine

La Razón
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Andrés Trapiello, autor del muy excelente, incluso excelentísimo, ensayo «Las armas y las letras» (Ed. Destino), dice que los escritores «del bando nacional ganaron la guerra pero perdieron la historia de la literatura». ¿Fue desde entonces, desde la Guerra Civil, cuando la izquierda española comenzó a sentirse propietaria exclusiva de «La Cultura», dejando a la derecha huérfana del brillo y la noble reputación de todo lo que entendemos por humanismo, civilización, conocimiento…? El propio Trapiello desmenuza en su estudio las miserias de los intelectuales de la época, de uno y otro bando, y nos corta el aliento ante el paisaje que dibuja.

La miseria moral, que no sabe de ideologías, se reparte ciega y generosamente acá y acullá, entre la izquierda y la derecha y al final ningún bando se ve libre de su indigencia. Ser honorable, poseer grandeza, no tiene que ver con sentarse a la diestra o la siniestra de la ideología, sino con la categoría humana de cada cual. Así lo demostraron los escritores de la Guerra Civil. Y así será por siempre jamás, me temo. Tras el franquismo, la izquierda capitalizó para su exclusivo provecho a la intelectualidad española. La crítica marxista, dominante en la universidad, levantó acta notarial del título de propiedad. Hasta hace poco, ha sido un principio sagrado que: «todos los intelectuales y artistas son de izquierdas». Por eso, el que se muestre crítico con la izquierda en el poder es condenado al ostracismo. Muchos actores y escritores, verbigracia, callan y otorgan por miedo a engrosar la lista negra y perder trabajos. Quienes no son sumisos (al estilo de Juanjo Puigcorbé: divertido, ilustrado, libre… ¡de izquierdas!) sufren en su bolsillo y en su consideración profesional las desagradables consecuencias.

Queriendo, seguramente, proteger al cine español, el Gobierno lo ha politizado tanto que lo está llevando a extremos nunca vistos de descrédito, computable en su terrible caída de recaudación en taquilla.

Una película como «La mula», sobre la Guerra Civil, que en principio debería complacer a quienes mandan, dicen que está siendo víctima de la «arbitrariedad» de los que otorgan calificaciones y subvenciones. (¿Por qué…?). Su productora llama «Mulagate» al tormento burocrático y económico que lleva mucho tiempo sufriendo. Se ha querellado contra varias autoridades del Ministerio de Cultura (¿!)… Estará la izquierda dando un abrazo asfixiante a la cultura, que considera su propiedad? No sé. Pero sospecho que, sin libertad de acción, la creación languidece. Cuando no muere.