Primarias en el PSOE

En busca del voto

La Razón
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Aquí en cada elección la transferencia de votos no es superior al millón y pico de votantes. Para ellos se hacen las campañas. Mal hemos empezado los periodistas esta campaña. «Indignados» es la palabra que ha utilizado la Federación de Periodistas, la FAPE, para redactar el manifiesto de queja, suscrito por más de 300 profesionales y empresas, contra los partidos políticos. Indignados por la modificación –en nuestra opinión anticonstitucional– de la ley electoral que impone a las televisiones privadas los criterios de falsa profesionalidad y neutralidad que ya aplican las públicas. E indignados por la escalada de impedimentos a la información que los políticos están haciendo. Una vez más, los partidos no buscan la información, sino la propaganda. Y la televisión es, con diferencia, el medio más preciado. Atrás quedan los tiempos en los que aquel candidato liberal de la República tocó una puerta en busca del voto, y el cabeza de familia le replicó que votaría a los conservadores porque, «mire usted, yo debo tres pesetas en la farmacia y el farmacéutico me las perdona si voto a los conservadores». El candidato liberal rebuscó en sus bolsillos, sacó unas monedas y dijo: «Tenga usted las tres pesetas y vote a los liberales». Con las tres pesetas, el votante se dirigió a la farmacia a pagar... Vehemente el farmacéutico le espetó a nuestro protagonista: «Usted no debe nada aquí si vota a los conservadores». Así es como el humilde votante ganó seis pesetas y votó a quien le dio la gana.

Hoy las cosas son bien distintas. El voto en España está más ideologizado, y los votantes apenas cambian de intención en función de las «ofertas» electorales. Los politólogos que nos estudian dicen que nos falta madurez democrática. Aquí uno es nacionalista o no, es de izquierdas o es de derechas, y en cada elección la transferencia de votos no es superior al millón y pico de votantes. Para este millón y pico se hacen las campañas. En las calles continúa la anacrónica cartelería de farolas mientras en el twitter los candidatos intentan seguir las bromas. Aunque es por la televisión por la que se pelean todos. Con debates electorales plantados por los políticos, con reglas ortopédicas. Con comparecencias en las que pretenden dictar al periodista lo que ha de reportar, sin ocasión de preguntas. Con imágenes de mítines «cocinadas» por los partidos, donde el público siempre es entusiasta y preferiblemente femenino, bonito y joven. Con tiempos de información cronometrados, como si la cantidad de exposición fuera la única variable.De seguir por este camino los políticos se encontrarán con un escarmiento. Con televisiones que no les ofrezcan espacios de entrevistas ni debates, y con informaciones nada complacientes para sus necesidades. Sólo de esta manera aprenderán que la reglamentación está reñida con la libertad de empresa y de información. Y que la avaricia por regular y controlar no es propia de un estado democrático. Basta. No a las ruedas de prensa sin preguntas, hemos suscrito numerosos periodistas y empresas. El siguiente paso debería ser no a las campañas electorales. No de esta manera. Y si quieren propaganda, que la paguen.