Barcelona

Entrevista con el vampiro por Javier G FERRARI

La Razón
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Consuelo Ordóñez, como tantas otras víctimas de ETA y no pocos ciudadanos, no se terminan de creer que la denominada vía Nanclares, impulsada por el Gobierno con la intención de facilitar la reinserción de etarras presuntamente arrepentidos, sirva para cerrar las heridas de cinco décadas de terrorismo. Hoy se cumplen 25 años del atentado de Hipercor en Barcelona que causó la muerte de una veintena de personas y heridas a cerca de medio centenar. Las secuelas de aquella salvajada las encontramos en el dolor de quienes perdieron a sus familiares y amigos que llevan un cuarto de siglo sin dejar de sufrir por la ausencia de sus seres queridos y por las heridas que en el cuerpo y en el alma dejó aquel coche bomba colocado por Rafael Caride y sus cómplices. Hace unos días uno de los heridos en el atentado se encontraba con él en la cárcel y, a la salida, mostraba su escepticismo sobre la sinceridad del arrepentimiento del asesino. Dentro de unos días Consuelo Ordoñez tendrá su particular entrevista con el vampiro que disparó en la nuca a su hermano en un restaurante en pleno centro de San Sebastián en 1995. La sangre de los inocentes, de la que se han alimentado los etarras, no puede caer en el olvido en nombre de una convivencia que rompieron quienes ahora la reclaman. ETA, por dejar de matar, no puede pretender que el daño causado desaparezca por arte de magia. La paz de ETA ha sido la paz de los cementerios y ahora quiere que sea la del silencio gracias al miedo que siguen generando quienes se autodenominan militantes de la izquierda abertzale que ya estamos viendo lo que hacen en aquellos lugares donde han conseguido alcanzar el poder. Aunque el CIS nos diga que el terrorismo ya no es una preocupación para los españoles, quienes crean que se puede hacer borrón y cuenta nueva con un millar de asesinados corren el grave riesgo de encontrarse cara a cara con la memoria de un país atravesado de cicatrices. Muchas de ellas aún sin cerrar.