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Ciencia y Tecnología

Las medicinas no pueden ser gratuitas

Gregory Winter y Richard A. Lerner. Sus nombres son desconocidos para gran parte de la sociedad, pero estos dos científicos –el primero de origen británico y el segundo, norteamericano– han contribuido al bienestar social con algunos de los avances más importantes en medicina.

"Las medicinas no pueden ser gratuitas" larazon

Sus avances en el uso de anticuerpos están ayudando a prevenir y paliar enfermedades degenerativas, tumores y desórdenes inmunes. "Se trata de un sistema inmunológico artificial. Se hacen elementos nuevos que no son desarrollados por los seres humanos.

Se crean fuera y se inyectan para que después sean asimilados para combatir enfermedades", comenta Gregory Winter. Su compañero, Richard Lerner, aporta algunas matizaciones sobre su área de trabajo y aventura cómo serán los anticuerpos de diseño en el futuro: "Estructuralmente tendrán la misma forma, pero se orientarán a dianas terapéuticas diferentes. También regularan diferentes cosas, dentro de los organismos.

Hasta 1995, la mayoría de estos anticuerpos solo se usaban en algunos casos, luego contra el cáncer y ahora contras las enfermedades como diabetes. Incluso en 2000, nadie habría pensado que podrían ser útiles en las enfermedades metabólicas, y puede ser que, incluso, se usen para controlar el proceso de los órganos trasplantados.

 

¿Pero sobre qué enfermedades están aplicándose estas nuevas herramientas terapéuticas? Lerner lo explica: "Vamos bastante bien con la enfermedad de Crohn, la soriasis y la artritis". Pero no todo son luces. También hay sombras en el horizonte.

La posibilidad de la irrupción de un virus virulento o la pérdida de efectividad de los antibióticos en nuestras sociedades plantea algunas interrogantes y unas cuantas preocupaciones sobre el futuro. "Lo más inteligente es invertir en enfermedades como la obesidad y la diabetes –asegura Winter–, más que virales o bacterianas. Algo como la gripe aviar me preocupa y es desagradable, pero también es un asunto que podemos predecir y reaccionar: En Gran Bretaña se compraron inhibidores que, al final, no se usaron y se acumularon. Muchas voces dijeron que se había desperdiciado el dinero. Veo más razonable que se invierte en enfermedades como la obesidad y la diabetes. En cuanto a la resistencia bacteriana tiene que ver más con problemas de limpieza en los hospitales –algo que se ha visto afectado por los recortes–. Lo que es inteligente es invertir en combatir la obesidad y la diabetes".

Uno de los grandes problemas que afecta a la medicina, como a otros campos, son los recortes en investigación. Winter coincide con Lerner, y afirma: "Los recortes son peligrosos para la ciencia, tendremos que salir de la crisis y reinventarse y ver de dónde saldrá el dinero para financiarse. California se dedicaba a la fruta hace décadas. Ahora está asentada ahí una empresa como Apple. Es un buen modelo para seguir y hacer que se extienda por en Europa. Hay que fomentar la innovación en Europa. El presupuesto actual es del 2 o 3 por ciento del PIB. Es necesario aumentarlo".

Su compañero hace hincapié en este asunto y ahonda en el ejemplo de su colega: "Me parece poco inteligente recortar en investigación. Si creamos un anticuerpo que vende 10.000 unidades al año, aparte de las personas que se benefician de ese fármaco, imagine la cantidad de puestos de trabajo que se originan. Imagine ahora el estado de California y cómo sería si no estuviera basado ahora ese territorio en empresas dedicadas al conocimiento y la investigación como Google o Facebook. Tendemos a no pensar en ellas como empresas innovadoras, pero también lo son. Creo que hay millones de empleos únicamente para la empresa Apple".

El abaratamiento de los fármacos y su difusión en todos los países, ricos y pobres, es una cuestión que levanta mucha polémica. La industria farmacéutica ha recibido críticas desde todos los campos: la literatura, el cine, la investigación. ¿Realmente es posible abaratarlos? "Las empresas farmacéuticas –explica Winter– están vinculadas a los costes finales. Los productos biológicos son más caros que los químicos. Es esencial entender el mercado y lo que es poner un fármaco en el mercado. La competencia es buena para abaratarlos. Pero también hay que precisar que el desarrollo de genéricos es costoso, por la patente, comprobar cuáles son los efectos secundarios y que no sea nocivo para el ser humano. Hay que aceptar, quizá, que se puedan hacer fármacos más baratos, pero que también haya un reducido número de gente que pueda morir, aunque, quizá compense por el número de vidas que se salvan. Es algo que debe decidir la sociedad".

Lerner esclarece este punto: "Hay que entender que cualquier ensayo médico puede representar millones de dólares. Y que esas empresas farmacéuticas están obligadas a lograr unos beneficios para los accionistas. Si queremos tener la completa certeza de que un fármaco no vaya a provocar daño a nadie, hay que invertir más. Y saber que la humanidad es muy diversa. Hacer pruebas en tantos individuos es muy costoso". Cuando se le pregunta a Lerner qué hacer, no duda: "decidir si estamos predispuestos a sacrificar un poco de esa seguridad y aceptar que algunas de esas medicinas pueden afectar a unas pocas personas. Un remedio puede beneficiar a 100.000 personas y que tenga mala respuesta en 4 o 5. La sociedad misma debe contestar".

Aquí se abre una nueva interrogante. ¿Copago o no? Winter sale al paso. Lo tiene claro: "El problema es que las medicinas son caras. Siempre debes pagar algo. No pueden ser gratis. En Gran Bretaña tienes que pagar 8 euros por un medicamento. Pienso que se debería pagar más. Los mejores fármacos cuesta mucho desarrollarlos y no pueden ser gratuitos. Debería haber un copago, pero tampoco hay que retirar un tratamientos al paciente porque sea caro. Entonces empeoraría y sería peor. Es esencial que la sociedad sepa lo que cuestan las medicinas. No lo saben. Y saberlo concienciaría a mucha gente".