Colombia

ANÁLISIS: Puede calificarse de éxito el encuentro de Madrid

ANÁLISIS: ¿Puede calificarse de éxito el encuentro de Madrid?
ANÁLISIS: ¿Puede calificarse de éxito el encuentro de Madrid?larazon

- ¿Qué resultados tangibles ha tenido la cumbre de la Unión Europea con los países latinoamericanos y del Caribe?–Fundamentalmente, la firma del preacuerdo de asociación y libre comercio con Centroamérica. Aunque el proceso aún se prolongará durante casi un año, ha sido un empeño del Gobierno español coronado con éxito tras cinco días de reuniones maratonianas. El otro gran asunto pendiente, la negociación de un tratado similar con Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), que lleva paralizado desde 2002, se ha saldado con una declaración de intenciones y la fijación de una fecha aproximada –el próximo julio– para reanudar las conversaciones. Sin embargo, las diferencias aún son abismales a causa de las subvenciones a la agricultura europea y a la falta de apertura real de las economías suramericanas, reacias a abrir sus fronteras en el sentido estrictamente comercial del término. El resto de los asuntos pendientes, como la coordinación en materia penal, tendrán que dirimirse en otros foros internacionales.

- ¿Por qué se han producido tantas ausencias? –El error de este tipo de macroreuniones, organizadas a la mayor gloria del anfitrión, es que no tiene en cuenta que América no es un bloque homogéneo, ni que persisten intereses dispares entre los propios socios europeos. Baste como ejemplo lo ocurrido con la Comunidad Andina de Naciones. Dos de sus miembros, Ecuador y Bolivia se han descolgado del acuerdo comercial que sí han firmado Perú y Colombia. No es posible tratar de una manera conjunta con unos interlocutores que mantienen notables diferencias entre sí.

- Si los países de la UE no mantienen una postura conjunta frente a Latinoamérica, ¿para qué sirve mantener este tipo de reuniones?–Las cumbres vienen en gran parte marcadas por el calendario. Es decir, no responden a un hecho puntual que deba ser abordado. De ahí que la UE no tenga grandes problemas en dar su cobertura política a este tipo de encuentros, puesto que sus miembros no están comprometidos formalmente con la declaración final de la cumbre. Francia, por citar un claro ejemplo, no pondrá objeciones a la reanudación de las conversaciones con Mercosur, pero sí lo hará cuando haya que abordar un tratado que les obligue. París ya ha advertido que será beligerante en la liberación de las importaciones agrícolas.

- ¿Convendría cambiar el formato?–Los defensores de este tipo de reuniones mantienen que se trata de ofrecer una oportunidad de encuentro a los países participantes. Sus detractores afirman, sin embargo, que se trata de una fórmula obsoleta y poco eficaz de afrontar los problemas reales. No hay que olvidar que, al igual que el anfitrión, otros mandatarios también buscan obtener un rédito político o personal aprovechando el escaparate de las cumbres.

- ¿Cómo podría evitarse que ese «ruido de fondo» no interfiriera en estas reuniones?–Estableciendo unos estrictos protocolos y un orden del día al que deberían adaptarse todos los participantes. O dicho de otra manera: que los asuntos a tratar en el plenario sean exclusivamente los de interés común. Aunque sea muy loable la posición argentina con respecto a su reclamación de las Islas Malvinas, ayer no era el lugar ni el momento.

- ¿Puede estar satisfecho nuestro presidente del Gobierno de los resultados de esta cumbre?

–Sí. Aunque sólo sea porque de todos los fastos que había previsto en sus seis meses de Presidencia europea es el que mejor le ha salido. Frente a las ausencias, ha habido presencias que pueden considerarse una deferencia hacia España, como las de Merkel y Sarkozy, que han hecho un hueco simbólico en sus agendas en medio de la crisis financiera.