Sevilla

OPINIÓN: Los chistes de Joaquín

La Razón
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Saldrá airoso Joaquín Sabina de su concierto de esta noche porque el fenómeno fan no entiende de rencores. De hecho, los mismos que aguantaron impertérritos la metedura de pata de Huelva aplaudirán hoy al chistoso cantante cuando recurra a la sal gruesa para zaherir a cualquier otro colectivo. Como pretendido (y pretencioso) intelectual, este exitoso cantautor debiera pensarse el lanzar exabruptos ante un auditorio numeroso: no se descalifica por su concreta alusión a «los sevillanos», sino por su grosera generalización, que no resulta propia del poeta que dice ser sino más bien de un chistosillo de taberna de los de eructo sonoro y mondadientes calzado. Hoy le tocará el tantarantán a los madrileños, a los fachas, a los mediopensionistas, a los gabachos, a los practicantes de la caza del colibrí rojo con perro pachón o a los negros, tanto da. El caso es lograr la complicidad de la concurrencia a costa del otro, una actitud que retrata cómo entiende la tolerancia este tótem de la progresía. Elevado, por cierto, a los altares laicos pese a la condena en firme que pesa sobre él por partirle la cara a una chica en una noche de mal vino. Es verdad que eso fue hace algún tiempo pero los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, dicen. Y añaden que el perdón, según con qué acciones execrables como plantarle un sopapo a una mujer indefensa, es debilidad intolerable.