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Córdoba

Un poco de silencio

La Razón
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No creo que exista una sola persona que no haya sentido un pellizco en el estómago pensando en estos dos niños de Córdoba y en lo que deben de estar pasando sus padres. Es imposible ponerse en su lugar y sentir el dolor que les quema por dentro. Son muchas las historias de niños que desaparecen y no vuelven jamás. Pero la emoción no debe nublarnos la razón y llevarnos a cometer injusticias. ¿Recuerdan a Aitana, esa niña de 3 años que murió en Tenerife días después de caerse de un columpio?. Pues el dolor de su padrastro fue aún mayor cuando fue detenido, y la Prensa, y alguna política hambrienta de titulares, corrieron a ponerse ante una cámara para acusarle de ser el culpable de la muerte de la niña. Recuerdo el titular de un periódico nacional sobre la fotografía del detenido: «La mirada de un asesino». No lo era pero el daño ya estaba hecho.

De un tiempo a esta parte, gracias a las oportunistas declaraciones de políticos, especialmente políticas, y a los macabros juicios paralelos, la presunción de inocencia es una quimera cuando no algo que hay que erradicar de inmediato. Dejemos que la Policía haga su trabajo, a poder ser mejor que en el caso de Marta del Castillo, y que no se ofenda nadie que más ofendidos deben de estar sus padres. Su deber es encontrar a los niños y no informar ni filtrar a cada momento cualquier pesquisa o sospecha. Dejemos todos de ejercitar el dedo acusador y pongámoslo sobre los labios. Quizá en silencio, sin ruido de fondo, todos trabajen mejor.