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Julieta Venegas cancionero permeable

La artista mexicana regresa hoy a España con su repertorio más alegre, aunque ya graba un disco «oscuro»

Julieta Venegas cancionero permeable
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Algo no funciona en el mundo si Julieta Venegas dice que está escribiendo un disco «oscuro», y que las razones de esas tinieblas son «la presión de las malas noticias que vemos todos los días». Puede ser hora de que nos metamos en un monasterio una temporada. Porque Venegas (Tijuana, 1970), optimismo a prueba de prima de riesgo, asegura que «las emociones ya no son tan felices, ahora es diferente». Lo personal influye, pero pesa el clima de depresión, y eso que su termómetro es sensible a cualquier atisbo de alegría. Pero que nadie se asuste, porque el nuevo álbum, que todavía no tiene título, no forma parte del repertorio feliz que la mexicana trae por España en una nutrida gira. Hoy en los Veranos de la Villa de Madrid, mañana en Huesca en el Festival Pirineos Sur, el 18 en Valencia, el 20 en el Festival Portamérica de Vigo, y el 21 en Bilbao.

«Perdona que me ponga tan negativa –dice después de un par de preguntas–, pero es que todo me parece muy triste. Lo que pasa en Europa es raro, muy raro. Y en España... me lo cuentan mis amigos, pero a México llegan noticias. ¡Y México! Que volvemos a tener un presidente, Enrique Peña Nieto, a base de lavado de cerebros y de dinero. Un presidente que se casó con una actriz de telenovelas», declama más triste que indignada.

Venegas disimulará la pesadumbre con su repertorio anterior, conocido y luminoso, con letras inteligentes. «Sí, está basado en los anteriores discos porque no me gusta tocar canciones nuevas en directo hasta que no tengo el disco completo grabado», dice. Ya van dos años desde «Otra cosa», porque, entre otras cosas, igual que la fuentes de inspiración de Venegas son las experiencias cotidianas, los obstáculos cotidianos también la entorpecen. «Tengo una hija pequeñita y para componer tengo que estar relajada, y eso quiere decir que ella tiene que estar relajada», relata como si cualquier cosa a su alrededor se pudiera filtrar en una canción, desde su hija a la lectura. «A veces pienso que me influye musicalmente mucho más lo que leo que lo que escucho. Para mí tiene mucha importancia». Ahora entendemos la pesadumbre de sus nuevas composiciones: le recomendamos que, siendo así, no debería leer el periódico. En cambio, aplaude la decisión de entregar el Premio Cervantes de este año al poeta Nicanor Parra, uno de sus favoritos, y un escritor «que cae por su propio peso. Es absolutamente genial».

En lo musical, está explorando con más sintetizadores y percusión. «Pero que nadie piense que va a salir un disco conceptual, ni algo extraño o complicado, es solo que la forma de transmitir va cambiando y que hacer música no es otra cosa que contar historias». Saldrá a fuego bien lento. «Es el primer disco que grabo en México, y lo estoy haciendo en estudio casero, con Yamil Rezc, un productor con el que siempre he querido trabajar. En el estudio de casa».

 

¿Madrina?  
Aunque las vestiduras de sus canciones son diferentes a las de Venegas, hay una incipiente escena de sucesoras artísticas de la mexicana. Chicas que cantan letras inteligentes como Javiera Mena o Francisca Valenzuela (en la imagen), y otras que abren camino. «Pero yo no me siento responsable de ello (risas). Es verdad que cuando empecé había menos chicas, pero creo que es un proceso natural que ahora se multipliquen. Me encanta escucharlas y saber que tienen cosas que contar», cuenta la mexicana, que empezó su carrera hace 15 años. «Pero yo no me siento responsable de ninguna manera».