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8 de marzo

La Razón
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Soy mujer y trabajadora. Lo digo sin ningún afán de presumir porque en el fondo lo que me gustaría es ser mujer y rica rentista como Paris Hilton, pero de momento no ha habido manera. Para más inri, nací un día como hoy de un año en el que las mujeres, por lo visto, todavía eran adoctrinadas por la Sección Femenina para ser buenas esposas, que vayan ustedes a saber lo que será eso. Entenderán, por lo tanto, que hoy esté de un humor de perros, que no es precisamente el más apropiado para andar reivindicando nada de fuste.
No obstante, y sobreponiéndome a la angustia vital que me provoca el cumplir años, me he propuesto aprovechar esta fecha para hacer campaña en favor de la igualdad masculina. Como lo oyen. Y es que no es justo que mientras que nosotras hemos accedido mal que bien al mundo laboral masculino, ellos se vean privados todavía de cargar con el grueso de tareas tan gratificantes como coserle las coderas al niño, cambiar el rollo de papel higiénico o lavar las cortinas cuando llegan a casa reventaditos perdidos. Habrá quien piense que hace tiempo que los hombres consiguieron ese tipo de privilegios. Craso error. Año tras año, las estadísticas cantan el mismo estribillo: las mujeres españolas le dedicamos al trabajo del hogar tres horas más que ellos. Por eso ha llegado el momento de que dejemos de pensar sólo en nosotras y en nuestras aspiraciones sociolaborales de puertas para afuera y empecemos a pensar en las de ellos de puertas para adentro. Ahora lo que toca reivindicar es el derecho de los hombres a deslomarse por partida doble, que es en el fondo lo que nosotras hemos conseguido tras años de arduo esfuerzo. Y si no nos lo agradecen, peor para ellos.