Barcelona

La sombra de su elegido diluye a Zapatero

Su imagen pasa a un segundo plano en las web del PSOE y del Gobierno. Ha reducido sus comparecencias públicas al mínimo

El presidente, en la penumbra, quiere culminar su calendario de reformas
El presidente, en la penumbra, quiere culminar su calendario de reformaslarazon

MADRID- Su rostro ha desaparecido de un primer plano como por arte de magia de las web oficiales del Gobierno y del PSOE. Su imagen abriendo el portal de www.la-moncloa.es o el de www.psoe.es se ha esfumado. En su lugar aparece la instantánea de un sonriente Alfredo Pérez Rubalcaba bien en la rueda de prensa semanal al término del Consejo de Ministros, bien ante los micrófonos de una cadena de radio o bien en un mitin en cualquier punto del país. En menos de una semana que fue designado candidato a las elecciones generales, la fotografía de José Luis Rodríguez Zapatero ha quedado reducida a una minúscula viñeta, más abajo, por supuesto, que la del vicepresidente primero.
Este trueque de imágenes constituye la prueba más fehaciente y palpable del ostracismo que sufre, en estos momentos, el presidente del Gobierno, al que los barones de su partido responsabilizaron antes y después del 22-M del retroceso electoral del PSOE en las autonomías y en los ayuntamientos.
Y es que Zapatero ha pasado de controlar con mano firme el Gobierno y el partido a ser incapaz, presionado, una vez más, por los barones, de imponer su decisión y convicción de convocar unas primarias para elegir a su «hereu».
La pérdida de su liderazgo ha ido acompañada de la de su «baraka». Esa suerte en forma de don divino que acompaña a los jefes salió por la ventana en la jornada del 22 de mayo. Por si fuera poco, agotará esta legislatura sin conseguir sus principales retos: pasar a los anales de la historia española como el presidente que acabó con la organización terrorista ETA y al que los sindicatos no le convocaron una huelga general.
En este escenario sombrío, ha reducido sus comparecencias públicas a la mínima expresión. Incluso decidió días atrás no acudir a la clausura este sábado de la cumbre empresarial organizada por el Círculo de Economía en Barcelona, al que tradicionalmente asiste. En su agenda, salvo su asistencia a la sesión de control del Gobierno en el pleno de la Cámara Baja, no figura ninguna comparecencia pública más digna de mención.
Pese a su aislamiento, el jefe del Ejecutivo ha decidido agotar su último mandato más por responsabilidad moral que por necesidad. Está firmemente convencido de lo imprescindible de acometer las reformas estructurales pendientes para evitar que los mercados castiguen de nuevo a la economía española. Y, de paso, lograr sacudirse de encima el fantasma de la intervención que sobrevuela España, tras las de Grecia, Islandia y Portugal.
Para ello, promete que no le temblará la mano. Nadie le hará renegar de su intención de culminar su calendario de reformas, entre las que destaca la de la negociación colectiva, que aprobará el Ejecutivo el próximo viernes, después de que los sindicatos y la patronal hayan fracasado en sus negociaciones. Aunque es consciente de que las posibilidades de éxito en la implantación de los cambios en el mercado laboral se reducen considerablemente sin el consenso de los interlocutores sociales, ha preferido arriesgarse y apostar. Ahora le quedan diez meses hasta la convocatoria de las generales, que vivirá por voluntad propia en un segundo plano para dejar todo el protagonismo a Rubalcaba.


LA AGENDA
4 actos en cinco días

Zapatero tiene esta semana una agenda «apretada». Mañana presidirá la reunión de la Ejecutiva Federal. El miércoles asiste a la sesión de control en las Cortes y recibe a la gobernadora de Australia y el viernes, Consejo de Ministros.