Asturias

Funeral en una ciudad sin iglesias

Las familias de las víctimas mortales de los terremotos que sacudieron la ciudad de Lorca recibieron ayer el calor y afecto de los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, quienes arroparon a todo el pueblo lorquino en uno de los trances más trágicos que se recuerdan en la historia de «La ciudad del sol».

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El recinto ferial de Santa Quiteria se convirtió en la improvisada sede del último adiós a las víctimas del desastre, en una ciudad donde ni una sola de sus iglesias ha quedado indemne, pues sus trece templos católicos están cerrados por daños estructurales. Los seísmos segaron la vida de nueve vecinos de Lorca, con un ataque que se originó en las entrañas de la tierra y, al que le bastó poco más de cinco segundos, para convertir la tercera ciudad de la Región de Murcia en un cúmulo de calles en las que sólo se percibe la desolación de un pueblo que no comprende el porqué de la tragedia.

Don Felipe y Doña Letizia enfilaron la entrada de las instalaciones en las que se celebró el emotivo funeral, poco después de las 11:00 horas. Allí les aguardaban el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que ayer anunció la firma de nuevos convenios entre el Estado y la Región de Murcia para la reconstrucción de la ciudad tras el terremoto; el ministro de Fomento, José Blanco; la portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de Santamaría; el presidente de la Comunidad de Murcia, Ramón Luis Valcárcel; el alcalde de Lorca, Francisco Jódar y el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, entre otras autoridades.

El saludo, más frío de lo habitual debido al dolor que están sufriendo los vecinos de la localidad y del que los Príncipes se hicieron partícipes, dio paso a una ceremonia en la que la emoción fue el sentimiento predominante de los más de 3.000 asistentes que abarrotaron el recinto habilitado para el responso, y donde estuvieron presentes los cuerpos de cuatro de los fallecidos, ya que las otras cinco familias prefirieron celebrar el funeral en la intimidad.

La entrada de los familiares de los fallecidos se caracterizó por los continuos mensajes de apoyo que les ofrecieron los vecinos congregados allí con la única intención de arroparles en estos duros trances que el destino les ha hecho vivir. Con los nervios a flor de piel, únicamente el dolor y la angustia de los familiares perturbaba la tranquilidad de la ceremonia. «¿Dónde estás, Emilia?, ¿dónde estás?», gritaba Rosario Moreno, la tía de la mujer embarazada de 22 años que pereció aplastada por un muro en la ciudad murciana.

Durante la homilía, el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, animó en todo momento a los lorquinos a que no desfallezcan ni se dejen vencer por el cansancio que el «golpe seco de la naturaleza ha generado» y que les ha llevado a un escenario de angustia y lágrimas. Asimismo, recordó a las administraciones que no limiten sus tareas de apoyo, únicamente, a las primeras jornadas posteriores al desastre, sino que prolonguen sus esfuerzos hasta que el municipio se encuentre plenamente recuperado. El obispo hizo llegar a los afectados el mensaje de solidaridad que Su Santidad el Papa Benedicto XVI dirigió a los lorquinos tras conocer la fatídica noticia.

El corazón de la tragedia
«Levantarse con fuerza y encarar el futuro para, poco a poco, recuperar lo antes posible la normalidad con el apoyo de todos». Con estas palabras se dirigió Su Alteza Real Don Felipe a los ciudadanos de Lorca, durante un recorrido que realizó por los barrios que se vieron más afectados por los temblores. Además, aseguró que comparte la pena de todo el pueblo y que su «más profundo pésame va para las familias que han perdido a sus seres queridos». Con respecto a los trabajos de recuperación que se están llevando a cabo, el Príncipe resaltó el ejemplo de «coordinación, eficacia y respuesta rápida a todos los niveles» que, a su juicio, «han demostrado todas las administraciones públicas».

Don Felipe también tuvo palabras de reconocimiento para los servicios de emergencias, técnicos municipales y nacionales, y muy especialmente, para todos los voluntarios que no dudaron en acudir a Lorca para prestar su ayuda en el momento en el que la ciudad más lo necesitaba. «Se han volcado para minimizar los daños y ayudar a las personas», puntualizó. Los Príncipes de Asturias observaron sobre el terreno la devastadora imagen que aún se puede ver en las calles del municipio y comprendieron que la unidad es esencial para hacer frente a una catástrofe de tal magnitud. El pasado miércoles, el devenir asestó un golpe brutal a Lorca, pero apenas dos días después de lo sucedido, el municipio ya daba signos de que la rehabilitación está próxima, aunque a nadie se le escapa que será una dura tarea que tardará aún mucho tiempo en llegar a buen puerto.

Dolor, rabia y aflicción
Los lorquinos se volcaron ayer sin lugar a dudas con aquellos que más han sufrido el azote de la naturaleza, aquellos que han visto como alguno de sus seres queridos se iba con la misma velocidad con la que el terremoto del pasado miércoles castigaba implacablemente la localidad murciana. No en vano, más de 3.000 personas abarrotaron ayer el recinto ferial de la localidad murciana, que hizo las veces de improvisado templo católico, al no estar disponibles ninguna de las iglesias lorquinas, dañadas por el seísmo. El dolor de los afectados quedó patente en las repetidas muestras de aflicción que mostraron los allí presentes, y que los Príncipes de Asturias, que presidieron el funeral, quisieron corresponder con su ánimo y su cariño, tan necesario en estos momentos para aquellos que han perdido a alguno de sus seres queridos después de que la desgracia se cebase con Lorca.