Arqueología

Chelva alcanza la máxima protección de su villa y huerta

El Consell aprueba definitivamente la declaración de Bien de Interés Cultural

La iglesia barroca preside la plaza en la que la mayoría de sus edificaciones se han restaurado
La iglesia barroca preside la plaza en la que la mayoría de sus edificaciones se han restauradolarazon

Valencia- El pasado 2 de noviembre se aprobaba mediante decreto la declaración de la villa de Chelva y sus huertas como Bien de Interés Cultural. Después de un periodo de exposición pública en el que el proyecto ha recibido numerosas alegaciones, el pequeño municipio de apenas dos mil habitantes ha alcanzado la máxima categoría de protección como conjunto histórico.

 Los orígenes de Chelva se pierden en la noche de los tiempos. Se sabe que la zona estuvo poblada desde antiguo, como lo demuestran pinturas rupestres, poblados íberos, y algún yacimiento del neardental. Identificada por algunos historiadores como la antigua Incivil o Inciviles, la primera noticia escrita nos lleva al siglo VII, en época visigoda. Durante la época musulmana existía un importante alcázar con núcleo de población, Benacacira, que perteneció en el XI a la taifa de Alpuente.

En 1238 pasa definitivamente a manos cristianas, y se manda reedificar la muralla. En 1390 el señorío de Chelva pasa a ser Vizcondado, abarcando varios núcleos de población del valle.En la Guerra de las Germanías fue una plaza estratégica y en 1609 su población disminuye drásticamente a consecuencia de la expulsión de los moriscos. Sin embargo un siglo después Chelva, con más de 7.000 habitantes, llegó a ser una de las poblaciones más importantes del Reino de Valencia.

Tras jugar un importante papel en las Guerras Carlistas, en el siglo XIX pasa a ser cabeza de partido judicial con dieciocho poblaciones a su cargo.

Hoy en día es capital de la comarca de la Serranía y forma parte de la Mancomunidad del Alto Turia.

La importancia cultural de Chelva parte sin duda de su variedad de barrios y del buen estado de conservación de los mismos, como el barrio musulmán de la Benacacira, construido en el siglo XI, o el mudéjar o del Arrabal, de finales del siglo XIV. También cuenta con el barrio judío conocido como el Azoque y los barrios cristianos de la parte baja de la villa.

Calles sinuosas, numerosas fuentes y lavaderos en uso salpican una trama urbana donde los coches no son bienvenidos.

La plaza mayor, obviando el edificio público que alberga el hogar del jubilado y que debería responder de su fealdad ante la piqueta, es de una armonía extraordinaria, y su iglesia, declarada BIC hace ya unos años, es una de las seos más importantes del barroco valenciano.

Su belleza solo es comparable con su abandono, paliado en parte por las aportaciones de los vecinos que ya han restaurado el retablo.